Las residencias de la ciudad se blindan y mantienen a cero el índice de contagios

nieves d. amil / M. gago PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Ramón Leiro

Separaron a los residentes por grupos y reforzaron las tareas de desinfección

11 jun 2020 . Actualizado a las 12:22 h.

«De la noche para la mañana hemos reorganizado espacios, sistemas de vida y de trabajo, nuestro día a día es radicalmente distinto al de antes de la pandemia». Estas palabras las pronuncia Marta Caneda, directora de la residencia de mayores de Campolongo, que desde el pasado 14 de marzo, al igual que los responsables de las otras residencias de Pontevedra, viven por y para que sus residentes superen el estado de alarma sin contagiarse e intentando minimizar los riesgos. Lo están consiguiendo.

Hasta la fecha han logrado mantener a raya el coronavirus y todos los residentes de los principales centros de la ciudad han dado negativo en los test realizados. Solo en Caser Pontevedra se registraron al principio de la pandemia tres contagiados que ya superaron la enfermedad y han dado negativo en el test. Tanto en Soremay como en Saraiva o en Campolongo todos los trabajadores y residentes fueron sometidos a las pruebas con resultado de negativo. «Cuando se lo dijeron, gritaron de alegría, salí del despacho a ver que pasaba y algunos estaban cantando y otros llorando de alegría», recuerda Caneda, que convirtió Campolongo en una especie de miniresidencias dentro del edificio sectorizando a sus residentes.

Las residencias de Pontevedra reconocen que han extremado las precauciones y reducido el contacto al máximo. Dividieron a sus mayores en grupos para evitar contagios y en algunas mantienen los turnos inamovibles para prevenir, al mismo tiempo que se han reducido al mínimo las actividades y reforzado el servicio de limpieza con personal de guarderías y Educación en el caso de las públicas. Han duplicado los controles. «Nosotros los separamos en tres grupos según el grado de autonomía, pero el personal tiene que cambiarse de ropa en el centro y lavamos el uniforme a 90 grados aquí. Nada va a sus hogares», explica Lucía Saborido, responsable de Saraiva, que pide que «se valore al sector, nosotros no estamos en los hospitales, pero los profesionales que trabajan en ellas forman parte de la vida de sus residentes».

Además de las restricciones en las instalaciones, uno de los puntos más importantes es mantener el contacto con la familia para evitar ansiedad por ambas partes. «Desde el primer día establecimos un plan con las familias para hacer vídeo llamadas y enviamos un correo a diario para informar», comenta Rocío Pidre, directora de Soremay.

Las responsables de las principales residencias de Pontevedra reconocen que los residentes son los primeros en reconocer la importancia de protegerse y la mayoría quisieron continuar en los centros en lugar de ir a sus casas a pasar la cuarentena. Esta también es su familia. «Han colaborado desde el primer momento, respetando las distancias de seguridad y las medidas de higiene, hemos aprendido juntos», explica Caneda, que reconoce el enorme estrés de la gestión: «Esto no es un papel que si envías mal se corrige, estas son vidas».