«Ministra, no permita que el COVID-19 se lleve mi futuro y el de mis empleados»

Serxio Barral Álvarez
serxio Barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

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La desgarradora carta que envió Marta García Justo, una emprendedora pontevedresa, al Gobierno

17 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«La crisis del 2008 me llevó al paro. Este domingo el COVID-19 ya se llevó a Fernando, mi padre. No permita que se lleve también mi futuro y el de las familias de mis empleados». Es el desgarrador mensaje que una emprendedora pontevedresa, Marta García Justo, envió a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y a Presidencia del Gobierno. De la primera todavía no ha recibido, respuesta. De Presidencia le han contestado que en estos momentos están muy ocupados.

García Justo es la propietaria de Meigas Fóra, un local de hostelería situado en la calle San Román, con salida también a la Praza da Estrela. En su carta a los representantes del Gobierno les explica su trayectoria, especialmente desde que la crisis económica le obligó a reinventarse. Tras veinte años trabajando como delineante en un estudio de arquitectura perdió su empleo en el 2009.

Apuntada al desempleo, realizó varias actividades formativas del INEM y en una de ellas encontró otra vocación: un curso de cocina en el CIFP Carlos Oroza le permitió plantearse un nuevo futuro. «Consideré que los conocimientos adquiridos en el curso y mi inquietud imaginativa casarían bien».

Se puso manos a la obra y el resultado fue un proyecto de hostelería en pleno centro histórico de Pontevedra. Ella misma participó en el diseño del local y se dispuso a acometer su reforma. Lo que no fue fácil, ya que transcurrieron 257 días entre la presentación de la solicitud en el Concello y la concesión de la licencia. Finalmente, el 21 de octubre del 2013 abrió Meigas Fóra.

Cuatro puestos de trabajo

El local fue consolidándose y en la actualidad genera cuatro puestos de trabajo. «Un cocinero y tres camareros, todos ellos con contrato de trabajo indefinido a jornada completa, acorde al convenio de hostelería», subraya la propietaria, que pone énfasis en resaltar esa vinculación laboral: «Por mis empleados, respetando sus derechos laborales, sacrifico una mejor vida con renuncia al beneficio fácil que me proporcionaría tenerlos en precariedad, y que durante muchos años me ha supuesto sufrimiento, ansiedad y lo tan traído cotidianamente, vulnerabilidad». Por ello, afirma, tuvo que recurrir a financiación bancaria «hasta el extremo». Lo hace «porque confío en mi proyecto y lo defenderé. Defenderé los puestos de trabajo que tanto esfuerzo ha costado construir, esos puestos que tienen las vidas de las familias detrás».

Y en mitad de esa lucha cotidiana llegó el COVID-19 y el confinamiento «en el peor momento del ciclo de trabajo, finalizando el invierno, y a la espera de la ansiada Semana Santa que nos permitiría encauzar la curva, maldita palabra hoy, ascendente de la facturación». Desde entonces, la máxima preocupación laboral de esta pontevedresa fue «conseguir la pervivencia de la actividad y de los puestos de trabajo».

«Exhausta de liquidez y con el mayor de los temores no quedó otro remedio que acudir al ERTE para mis trabajadores -continúa su relato-, solicitar la prestación extraordinaria de cese de actividad de los trabajadores autónomos por COVID-19, aplazamientos de cuotas de la Seguridad Social, aplazamiento de suministros...».

Pero a día de hoy, y de ahí su escrito desgarrador dirigido al Gobierno, «seguimos a la espera de respuesta, mis empleados y yo, a la espera de algún euro en la cuenta bancaria. Y las líneas ICO, una inmensidad de millones para ?que nadie se quede atrás?». También lamenta que el banco le niegue ayudas empleando «jerga y justificaciones de otro tiempo, de otra crisis».

Marta García Justo buscó eco en Yolanda Díaz. Una política, afirma, de la que se siente orgullosa: «En las últimas elecciones generales mi voto contribuyó a que nos representen en el Congreso de los Diputados. Ahora es ministra. Un orgullo», le dice.

Por eso, por las expectativas puestas en el Gobierno, ahora se siente más frustrada. De ahí su llamada de atención en forma de carta, que concluye con las frases con las que arrancaba esta crónica: «La crisis del 2008 me llevó al paro. Este domingo el COVID-19 ya se llevó a Fernando, mi padre. No permita que se lleve también mi futuro y el de las familias de mis empleados».