Las dos pontevedras afloran en el pleno

Serxio Barral Álvarez
Serxio barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

El tráfico y la polémica sobre el llamado «caso de los semáforos» enturbian la última sesión del año, que arrancó con villancicos y acabó casi a gritos

26 dic 2019 . Actualizado a las 15:30 h.

Cuando entraban ayer los concejales para asistir al último pleno del año atronaban villancicos a través de los altavoces del Teatro Principal. Hubo alguno que incluso sacó una pandereta, y el espíritu navideño parecía invadir el pleno. Fue un espejismo. Acabó como el rosario de la aurora, casi a gritos. Con acusaciones y reproches que rayan en lo personal.

Lo que dejó claro el pleno es que existen dos pontevedras. Una que ve una ciudad caótica, con «atascos kilométricos» que van «de Echegaray a Vialia», con escasez de aparcamiento y con un alcalde que predica por la eliminación de coches del centro pero que llega cada día al Concello en coche y aparca «gratis» a escasos metros. Es la Pontevedra que describen el PP y Ciudadanos.

Y luego está la ciudad que ve el gobierno local, donde el problema no es haya atascos sino que sigue habiendo demasiados coches queriendo circular por el centro, donde comprar un coche no supone tener bula para aparcar.

No fueron las únicas visiones contrapuestas en el pleno de ayer. También está la Pontevedra que reprocha que el gobierno local respalde al jefe de la Policía Local cuando este traslada una denuncia contra dos agentes. Es la del PP, que cuando se archiva la denuncia exige explicaciones, acusa al BNG de estar «con los jefes y no con los trabajadores» y pide que se pida públicamente perdón a los agentes afectados y a sus familias «por el calvario de vivieron».

Frente a ello, está la otra Pontevedra, la del gobierno local, que aplaude la actuación del jefe de la Policía por no haberle temblado la mano al denunciar a dos de sus propios agentes, ya que «o grave sería que se actúe en función de quen comete o suposto delito», y que ve a un PP sin escrúpulos, más interesado en sacar rédito mediático al asunto que en cualquier otra cosa.

Y en esas disquisiciones se fue enredando y enredando un pleno que acabó de explotar cuando a Carme da Silva (BNG) se le fue de las manos: pidió públicamente que Rafa Domínguez aclarase si los dos agentes denunciados son militantes del PP, alertó de una huelga encubierta de agentes amparados en bajas médicas, y -lo que acabó de exacerbar los ánimos- aseguró que esas bajas están firmadas por médicos que trabajan en el mismo hospital privado que el portavoz del PP. Este pidió a la nacionalista que retirase esas palabras porque, aseguró, de lo contrario estaría incurriendo en un delito «gravísimo».

La comparecencia de Carme da Silva por esa sentencia del llamado «caso de los semáforos» fue la culminación de un pleno que se acabó enturbiando y que fue de todo menos navideño. Y eso que al finalizar, los concejales se iban al Mercado a brindar con los funcionarios.

Habrá más recursos para el Centro da Muller pero el Concello no reparará la UAD

 

El PP logró sacar adelante por unanimidad una moción defendida por Silvia Junco para dotar de más personal al Centro de Información á Muller (CIM), un organismo municipal que atiende principalmente a víctimas de malos tratos y que según afirmaron tanto Junco como Goyo revenga (Ciudadanos) está saturado. Aunque la concejala de Benestar Social, Paloma Castro (PSOE) desmintió que haya problemas en el centro -aseguró que aunque hay muchas usuarias se atiende con regularidad y no existe «alarma social»-, el gobierno local apoyó la moción, que insta a reforzar la plantilla de personal del centro.

Por su parte, Ciudadanos no logró sacar adelante una moción que exigía mejoras y arreglos en la sede de la Centro de Atención de Conductas Adictivas y Unidad de Atención a Drogodependientes, que se encuentra en un deplorable estado. En este caso, Paloma Castro justificó el voto en contra del gobierno local alegando que la comunidad de propietarios del inmueble acordó en una junta a finales de octubre acometer el arreglo de las bajantes, que provocan humedades y malos olores. Revenga cree que esta actuación por si sola no solventará las múltiples deficiencias que padece la instalación.