«A mí el incendio y el cordón policial me dan igual. Yo quiero pasar al bar»

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

RAMON LEIRO

El sábado, mientras el fuego devoraba un bazar chino, algún imprudente hacía de las suyas. Es una historia que se repite

20 nov 2019 . Actualizado a las 12:48 h.

La escena parece de película de Álex de la Iglesia. Pero ocurrió en Pontevedra capital el sábado a media mañana. Concretamente, pasó en la calle Peregrina, donde a aquella hora el fuego se cebaba con un bazar chino. Allí estaban tanto los bomberos como la Policía Local de Pontevedra tratando de controlar la situación. El personal antiincendios, lógicamente, se dedicaba a la tarea de extinción. Mientras que los agentes de azul y blanco se encargaron de desalojar o confinar en sus casas a los vecinos de los inmuebles próximos al bazar y, también, de poner un cordón policial para evitar que decenas de curiosos y viandantes se acercasen a la zona cero del fuego. Pues resulta que, como pasa en muchas otras ocasiones, hubo a quien no le gustó tener que permanecer por detrás de la cinta plástica policial. ¿Por qué? Dieron las más variopintas excusas.

Hubo al menos dos personas que trataron de saltar el cordón aludiendo que sí o sí tenían que hablar con el propietario del bazar chino, que en ese momento trataba de ayudar a los bomberos haciendo un plano de su local. Una de las personas que quería hablar con él dijo que era para preguntarle si necesitaba algo, que le cuidase a los hijos o cualquier otra cuestión. El otro, simplemente, que era vecino y quería hablar con él. No les dejaron pasar y hubo algún enfado.

Llegaron otras personas que lo que querían era acceder a un estanco o a un bar que estaban dentro del cordón policial. Bien es cierto que la mayoría, educadamente, preguntaba si se podía pasar y, al ver que no era así, daba vuelta. Pero hubo varios mosqueos. Y un señor entrado en años fue más allá: «A mí el incendio y el cordón policial me dan igual. Quiero pasar al bar», murmuraba antes de, efectivamente, levantar la cinta que había puesto la policía y ponerse a aporrear el cristal de una cafetería a ver si había alguien dentro. Ni le abrieron ni le duró mucho la «proeza» al hombre en cuestión. Un agente enseguida le invitó a irse mientras él insistía: «¿Seguro que no hay nadie dentro del bar?».

Los nietos que no existían

La cosa no quedó ahí. Fuentes de la Policía de Pontevedra señalaron que una mujer todavía fue más allá. Y les tendió una treta. Los agentes, cuando se declaró el incendio, habían inspeccionado los edificios para saber si había gente dentro. Alguna persona tuvo que ser desalojada y en la mayoría de los casos se pidió a los residentes que se mantuvieran dentro de casa por si en la escalera se acumulaba mucho humo. Dos horas después del suceso, una mujer le dijo a la policía que en su piso, donde en teoría no había nadie, permanecían sus nietos. Ellos no daban crédito a que les avisase tan tarde. Así que subieron con ella a ver si estaban bien. No había nadie. Según la policía, la mujer solo quería llegar a casa y hacer la comida. De ahí que les mintiese.

Esta situación, que puede parecer surrealista, se repite con demasiada frecuencia. Tanta, que la policía insiste en apelar a la prudencia. Fuentes policiales señalan que en medio de un suceso no es raro toparse con alguien que, para acceder a su casa o a la de otro, insiste en que hay alguien arriba o que tiene a su mascota en peligro para que le dejen pasar. Le acompañan y no aparece nadie en la vivienda ni tampoco perro o gato. No solo son mentirosos. Son también imprudentes.

Una mujer mintió a los policías para acceder a su vivienda, próxima al incendio

Los agentes hacen un llamamiento a la prudencia y advierten de que se corren riesgos