«Venía con un grano y salí con cáncer»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

Cristina Pintos superó un tumor de mama y ahora colabora como voluntaria de la asociación Adicam

19 oct 2019 . Actualizado a las 12:27 h.

Cristina Pintos dice no ser ejemplo de nada, pero se hizo voluntaria de la Asociación de Diagnosticad@s de Cancro de Mama (Adicam) tras acabar su tratamiento contra un tumor. Antes de eso, en el 2017, la vida de esta funcionaria de Pontevedra se enfrentó a un diagnóstico de cáncer. Tenía 56 años. Todo empezó en una revisión ginecológica. «Me detectaron algo que degeneró en la supuración de un pecho. Al principio no le di importancia, hasta que supuró sangre. Mi ginecólogo me dijo que había que quitar ese quiste. La biopsia confirmó que era cáncer de mama», relata.

Todo fue muy rápido. «En junio del 2017 me operaron. Pasé por una cirugía y por 33 sesiones de radioterapia, pero en octubre ya estaba trabajando», cuenta. Cristina explica que tuvo suerte porque el suyo era un tipo de tumor sin metástasis. «Estaba encapsulado, en un conducto de la leche. Afortunadamente no necesité quimioterapia».

Ella es de las personas que piensan que la actitud ante la enfermedad no cura, pero sí es muy importante. «Yo me decía, ‘mira filliña, sal a la calle, ponte monísima, arreglada y no des pena’. Fue duro, pero en mi casa no se dramatizó». Reconoce también que afrontar la radio en verano es mejor que en invierno. «La luz del sol ayuda. Iba al Meixoeiro en un coche descapotable de mi hijo con mi marido. El trato y la privacidad del personal sanitario fue exquisito».

¿Hoy está curada? «Nunca se está curada de un cáncer hasta los diez años. Pero llevo una vida normal con mis revisiones anuales, que incluyen una mamografía y un análisis completo, y un tratamiento hormonal de pastillas, que tiene como efectos secundarios dolor en las articulares, manos y rodillas, y cambios de humor».

Asegura que el cáncer «está ahí» y que esa palabra impacta la primera vez que se escucha porque es «una plaga». «Fíjate, yo venía con un grano y salí con un cáncer. Me ayudó que el médico me dijera ‘De esto no tes vas morir’. Pero el miedo nadie te lo quita y eso que yo soy una mujer de temperamento, de tener una actitud positiva, luchadora y de no dar pena».

¿Y cómo y por qué llegó a Adicam?, se le pregunta. A Cristina la asociación ya le sonaba por su afición y la de toda su familia al balonmano. «Cuando mis hijos jugaban en Cangas íbamos a verlos. Había que ver a aquellas mujeres con el bombo... Me caen bien, es gente peleona, unas bravas do país, que se dice». Cuando había acabado el tratamiento se enteró por el periódico de que Adicam iba a abrir una sede en Pontevedra. Y allí se presentó con su marido. «Creo que fui de las primeras. Por mi trabajo no es que pueda hacer mucho, pero sí alguna gestión, aportar ideas y poco más. Son encantadoras y hacen una gran labor. En la ciudad la AECC no necesita voluntarios, pero Adicam sí», sostiene esta mujer viajera y amante de la lectura y la música clásica.