Dos vidas de leyenda granate

Nieves D. Amil
Nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

OSCAR CELA

Los ex jugadores Pedro Tapia y Tito Estévez reciben el viernes el homenaje del Pontevedra

10 ene 2024 . Actualizado a las 09:41 h.

La leyenda granate se forjó a base del esfuerzo de los que pelearon su camiseta desde 1941. Unos lo hicieron con el Hai que Roelo, otros sentaron las bases para que el Pontevedra hiciera historia, otros tuvieron que pelear en el pozo de la Tercera, pero todos tienen en común un mismo sentimiento, defender su escudo. Pedro Tapia y Tito Estévez son dos de esas figuras que han calado en el equipo y el equipo en ellos. El primero, de Foz, jugó entre 1982 y 1987, mientras el segundo, natural de Pontevedra, agrandó la leyenda del club al ascenderlo a Primera en 1960. Ya ha llovido desde cualquiera de estas etapas, pero ambos recibirán un homenaje el viernes en la xuntanza anual de Amigos del Pontevedra. «Yo tengo un corazoncito granate», señala Pedro Tapia, tan pronto como descuelga el teléfono desde Lugo, donde sigue al pie del cañón en otra faceta del fútbol.

Se dedica al mantenimiento del Ángel Carro lejos de focos y de miradas, lo hace desde que llegó Tino Saqués a la presidencia. Cada domingo tiene un ojo en el Lugo y otro en el Pontevedra. Su sueño es verlos competir en Segunda. «Empecé de niño dando patadas a un balón en Foz y de ahí fui a Lugo, después fiché por el Pontevedra y con Castro Santos en el banquillo ascendimos a Segunda B», comenta Tapia, que reconoce que la vida se le puso cuesta arriba cuando la crisis sacudió el ladrillo. Un buen amigo le devolvió la alegría. Pasó de pisar el césped a cuidar el estadio. El fútbol se lo dio todo y a un año de la jubilación espera pasar página para dedicarse a lo que es su único orgullo. «Mientras la vida me lo permita, seguiré viendo crecer a mis nietos, ellos y mis tres hijas son lo más grande que tengo, el resto no me importa», explica Tapia, que si una operación programada para el viernes no se lo impide, estará en la ofrenda a la Peregrina.

A sus pies, en el atrio del santuario espera Tito Estévez. «Recuerdo cuando le traje las flores después del ascenso de León el 16 de junio de 1960, cómo hemos cambiado Pontevedra», reflexiona en alto el que fuera portero granate. Sigue yendo cada domingo a Pasarón. Al palco. Es el socio 456. Recuerda la alineación de aquel partido contra el Burgos casi a la perfección. También sabe la que salta ahora al nuevo Pasarón. No es tan optimista como Pedro Tapia, que ve el ascenso casi hecho. Estévez lo ve «regular», pero alaba el trabajo de Luismi. «Tenemos que dar gracias que tenemos el mejor portero de la división, una garantía, yo siempre le digo cómo no está en un equipo de Primera, lo para todo», comenta Tito Estévez, que «aunque tenga que venir arrastrándome», estará en la reunión del viernes.

Más homenajes

El ex portero está acostumbrado a recibir reconocimientos. El año pasado recibió el premio a Amigos de Pontevedra, un homenaje a aquellas figuras que contribuyeron a forjar la leyenda. Casi 50 años después de que dejase el fútbol, reconoce que nada es como entonces. «Viajábamos en autobús y había veces que casi ni podíamos llegar, había que llegar a A Gudiña, había veces que teníamos que empujar. En avión solo íbamos cuando tocaba Palma», recuerda Tito Estévez, mientras asegura que las primas que había eran «generosas» y gracias a ellas se casó y se pudo comprar un piso. Eso sí, compaginaba el fútbol con su trabajo de funcionario en la Diputación de Pontevedra. «Tengo que agradecerle a todos los presidentes que tuve que siempre pude compaginar todo sin problema», comenta Estévez, que ahora vive con uno de sus hijos.

Tanto el antecesor del Hai que Roelo como Pedro Tapia sienten los colores décadas después como lo hacían entonces. Uno lo vive desde el estadio y el defensa lucense disfruta del Pontevedra por televisión. Hace dos años aprovechó un amistoso, cuando Mario Barco estaba cedido, para conocer Pasarón. «No tiene nada que envidiar al Ángel Carro, es mejor, es un campo maravilloso», comenta Tapia, que en esta vida solo se arrepiente de no haber estudiado para haber tenido una vida más tranquila. Sin embargo, el fútbol le devolvió la estabilidad, fue cómo él dice entre risas «el primer fichaje de Saqués» después de que un viejo amigo hubiese intentado que lo contratasen en más de una ocasión.

Momento dulce

Todo eso fue un mal sueño. Ahora vive otra vez la cara amable de su pasión. «Es un orgullo que después de 33 años alguien se acuerde de mí, pero puedo decir que en el Pontevedra nunca se me pitó, ni se me pidió que me retirase. Sé que se me quería, como quiero yo a la afición», comenta Tapia, que aunque no vivió la etapa dorada de su compañero de homenaje, saben lo que es sentir los colores.

Tito Estévez no puede olvidarse de aquel 16 de junio de 1960 cuando llegaron al campo de León y vieron que las gradas eran granates. «Fue algo inolvidable, la afición fue el 80 % de la victoria, verse allí arropado nos dio ánimos, se notó mucho. Hasta se fletó un tren entero desde Pontevedra, algo increíble», explica la leyenda pontevedresa. Todavía sigue siéndolo. Parado en el centro de la plaza de la Peregrina es raro que no reciba un par de saludos de viejos y jóvenes aficionados, que saben lo que Estévez o Pedro Tapia significaron para las filas de un equipo, que hoy lucha por devolver la gloria a su afición.

Agustín, Tito, Estévez

Pontevedra, 84 años

1958-1964

Portero

Pedro Tapia

Lugo, 63 años

1981-1987

Defensa