El falso Filgueira que resultó ser muy auténtico

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Ramón Leiro

El recuerdo de su bisabuelo Filgueira Valverde le marca. Dice que no logrará ser como él; pero pisa fuerte

02 ene 2019 . Actualizado a las 07:49 h.

Sentado en una cafetería, Xacobe Medina -nacido en Pontevedra, en el año 2000- concentra sus bonitos ojos en una servilleta de papel que rompe en trocitos. Aparenta nervioso y se le adivina en el gesto esa timidez tan propia de la juventud. Pero empieza a hablar y toda esa gestualidad queda en segundo plano, arrasada por su oratoria. Habla con solvencia, con aplomo, justifica con argumentos cada cosa que dice.... Es tal su capacidad para expresarse, es tan rico su vocabulario y tiene tan claro lo que quiere comunicar que a cada paso hay que buscar esa mirada que él hunde en la servilleta para cerciorarse de que quien habla es un jovenzuelo de 18 años que escribió ya dos libros sobre filosofía. El primero se llama La vida actual según los dioses y el segundo, recién sacado del horno, Adral da filosofía.

Xacobe sabe bien que la combinación de sus 18 años y lo que dice y hace es llamativa. Se ríe y cuenta una anécdota: «Yo no quería poner la foto al inicio del libro que acabo de publicar, porque además en la foto estoy más joven de lo que soy ahora, pero al final la pusimos. En la presentación del libro Fina Casalderrey dijo que cuando lo leía cada poco tiempo tenía que volver a mirar la foto, que se olvidaba de que tenía 18 años», cuenta. Sin embargo, no se atribuye méritos por haber sido capaz de escribir ya dos libros ni por ser capaz de mantener una charla interesante sobre la sociedad, el mercado actual o cualquier cosa sobre la que se le pregunte -hasta de partos y anestesia epidural, por citar un ejemplo-. Tira de humildad y habla de las influencias que fueron forjando su carácter.

Habla de sus padres. De lo mucho que le marcó que fuesen profesores. «Porque con padres profesores o estudias o.... lo tienes difícil», cuenta entre risas. Habla de cómo la exigencia habitual de su madre se compensa con cómo le transmite su orgullo cuando él hace algo bien. Habla también de un padre menos exigente «que tampoco te felicita mucho cuando lo haces bien, aunque sí se lo dice a los demás». Y habla, sobre todo, de su bisabuelo, que no fue un bisabuelo cualquiera. Porque Xacobe es bisnieto de Xosé Filgueira Valverde y eso ha marcado, para bien, su vida.

«Me entró el gusanillo»

Todo ocurrió en el 2015. Él tenía quince años cuando le dedicaron el día de las Letras Galegas a su bisabuelo. Apenas había leído nada de él. Pero ahí estaba Xacobe, con el resto de la familia, asistiendo a las conferencias y actos de homenaje. «Entonces me entró el gusanillo de saber qué había escrito Filgueira, de conocer bien quién era y también quería saber por qué se generó polémica por dedicarle las Letras Galegas... yo no era muy lector, tengo que reconocerlo. Pero descubrí que lo que había escrito, sus artículos, me gustaban y me permitían conocer muchísimas cosas de la cultura gallega», dice. Luego, bromea: «Supongo que hasta quise ser como él. Pero claro él se leyó El Quijote con cinco años, así que llegaba tarde, ya no podía ser como él, era imposible...».

Tuvo un flechazo con la lectura que terminó en amor gigantesco. De leer a su bisabuelo pasó a descubrir la filosofía en el instituto. Y se enganchó. Ahí estaba él, en primero de Bachillerato leyendo a Karl Marx con El Capital, devorando a Platón o incluso atreviéndose con El ser y el tiempo, del filósofo alemán Martin Heidegger. Reconoce que este último título le llegó a provocar pesadillas: «Ese libro no me dejaba respirar, era complicadísimo de leer y cada hoja que pasaba era como una victoria», confiesa.

Leyó y leyó. Y un día se sentó a escribir. Nuevamente, tira de humildad y no se atribuye a sí mismo la hazaña: «Tuve un profesor buenísimo de Latín, Francisco Villamil, que no quería que chapásemos sino que nos pedía que hiciésemos trabajos desde nuestro punto de vista. Imagínate, había quien con las Guerras Púnicas acababa haciendo una obra de teatro... eso no se te olvida en la vida», cuenta. A raíz de esos trabajos, perdió el vértigo al folio en blanco. Así que un buen día de su tintero salió La vida actual de los dioses, en el que un Dioniso moderno representa a las emociones y un Apolo traído a la actualidad simboliza la razón.

Autoeditar el libro no solo le convirtió en un jovencísimo autor. Le sirvió de aval ante sí mismo y los suyos para estudiar Filosofía, que es el grado que está cursando en Santiago. No en vano, hasta que su bisabuelo y las lecturas se cruzaron en su camino parecía que Xacobe iba para músico. Terminó el grado profesional de violín y viola e incluso estuvo varios años en la orquesta Sinfónica de Galicia. Pero lo dejó. «Era demasiado militar para mí. En las orquestas hay una frase que dice que si el concertino -el primer violín- hace algo, el resto tienen que seguirlo, esté bien o mal. Y a mí seguir algo que está mal... no puedo».

Sacó a la luz su segunda obra, que sigue al Adral del bisabuelo y es de artículos. Escribe de arte, de feminismo, de la vida o de la muerte y pone cosas como que «dicir que cres en ti mesmo ou que sabes quen es é dicir ‘eu creo no ser humano’». Se le pregunta si solo cree en la vida pegada al libro. O hay más. Y descubre al Xacobe al que le gusta el fútbol, el tenis, salir... Y al más irónico. «Ya te dije que no soy Filgueira, soy como un falso Filgueira, no leí el Quijote... Ni sabré nunca lo que sabía mi bisabuelo». Tiempo al tiempo, Xacobe.

Empezó a

devorar libros de filósofos hasta que un día se enfrentó al folio en blanco

Su segunda obra, llamada «Adral da filosofía» está

a la venta en la

librería Cronopios