«Entregué el piso de mis padres para pagar una deuda. No hay noche que no me acuerde»

m.h. PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

lópez penide

29 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Prefiere que solo figuren sus iniciales, L.P.M., pero quiere contar su historia. Ella, vecina de la comarca pontevedresa, fue una de las personas que recurrió a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Pontevedra (PAH) cuando se vio desesperada por la deuda que mantenía con un banco a causa de una hipoteca. Quería la opción de la dación en pago, pero la entidad bancaria no se la aceptaba. Al final, ella ganó la batalla. Pero no todo fue fácil: «Logré la dación en pago y estoy muy contenta. Pero es durísimo dejar un piso. No hay noche que no me acuerde, señala con la voz emocionada y entrecortada.

El caso de L.P.M. es un tanto peculiar. En su día, con la pareja que tenía entonces, firmó una hipoteca de una casa y una finca. Él la avaló con su nómina. Pero ella con el piso de sus padres. Luego, según explica, él se desentendió de todo, entró en la cárcel y ella se vio encima con una deuda de más de 90.000 euros. Dice que era imposible hacerle frente, que tenía que elegir entre alimentar y criar a su hijo o pagar al banco. Así que empezó a luchar por la dación en pago, por entregar el piso de sus padres para poder quitarse de encima esa cantidad. «Había amigos que me decían que no lo entendían, que como era posible que con la casa y la finca no les llegase, que tuviese que entregar también el piso de mis padres, pero así fue». Está contenta porque logró su propósito, pero reconoce que el proceso fue una auténtica pesadilla. «Mis padres son unos campeones porque me apoyaron en todo momento. Verles dejar un piso después de treinta años, una vivienda que ya tenían pagada, fue durísimo», explica.

Sus padres se fueron a vivir a otra casa, a una vivienda que habían heredado y pudieron arreglar. Y ella se marchó a otro municipio de la comarca. Ha pasado página, ha vuelto a ser madre y sonríe al otro lado del teléfono. Pero dice que lo vivido «no se logra olvidar, y menos mis padres, que yo sé que aún sufren».