¿Las ves? Ellas luchan para que lo hagas

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Fademga Plena inclusión Galicia

Son mujeres y tienen una discapacidad; luchan para no continuar siendo invisibles

28 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Bea Marrero, María Elisabeth Núñez, Ana Santos, Sofía Vizoso o Pili Bernárdez son mujeres de carne y hueso. Son valientes, hablan con soltura y saben lo que quieren. Sin embargo, se sienten invisibles. ¿Por qué? «Porque no tenemos oportunidades», dicen al unísono. De ahí que ellas, mujeres y discapacitadas intelectuales, junto con otras compañeras de la asociación Juan XXIII de Pontevedra y Fademga, estén inmersas en un proyecto para demostrarle al mundo que ahí están. Y que no piensan pasar por la vida sin cumplir algunos de sus sueños, tal y como demuestran en un emotivo vídeo que grabaron con el elocuente título de Míranos, escoitános, apóianos.

Ramón Leiro

Toma la palabra Bea. Tiene 24 años, es de Marín y no se le va de la cabeza una experiencia laboral que tuvo: «Estuve haciendo prácticas como reponedora en un supermercado. Me sentí muy bien, me gustaba ayudar a los compañeros, me gustaba el trabajo... mi ilusión es tener algún día una ocupación así», dice. Algo parecido le pasó a Elisabeth, de 39 años y vecina de Raxó, a la que tampoco se le olvida su paso por el departamento de jardinería del Concello de Sanxenxo. Ahora no tiene trabajo, solo acude al centro ocupacional de Juan XXIII. Echa de menos tener un sueldo y una nueva oportunidad: «Quero ter traballo. Penso que todo o mundo merece telo, e eu como os demais».

Sofía, por su parte, con 41 años y con experiencia de quiosquera o recepcionista, lo que quiere es ser un poco más independiente, más libre. Todas ellas hablan de que sí o sí necesitan un trabajo... y poco a poco van saliendo a la luz más reivindicaciones. De repente, la palabra maltrato se cuela en la conversación. La pronuncia Pili, que tiene 49 años y es de Cangas. Su madre, ya fallecida, también tenía una discapacidad. Y ni ella ni Pili lo tuvieron fácil. «Lo pasamos muy mal las dos. Ella ya murió y yo estoy mejor pero me gustaría llegar algún día a vivir sola, con un apoyo, pero independiente», explica.

De ser madres a pedir la comida

Poco a poco, hablando con ellas van saliendo a la luz todas esas causas por las que se sienten invisibles. «Son doblemente discriminadas, por mujeres y por tener discapacidad», apunta Raquel Braga, la psicóloga que les ayuda con el proyecto. Hablan entre ellas, al igual que hacen en el vídeo del proyecto de Fademga, y sus conversaciones van desde las discriminaciones del día a día, como cuando llegan a un restaurante y nadie se dirige a ellas para preguntarles qué quieren comer o incluso «nos sientan en una esquina, como bichos raros», a temas mucho más profundos.

Uno de ellos es el de la maternidad. Se les preguntan si creen que pueden ser madres. Dicen que tienen derecho, que necesitan apoyo pero que pueden. Y cuentan historias de vértigo sobre mujeres con discapacidad esterilizadas sin siquiera ellas saberlo. Hablan de las relaciones de pareja. De las veces que corrieron porque alguien las perseguía. De denuncias que no fueron tenidas en cuenta. De que las tratan como niñas sin serlo. De tantas y tantas veces que son invisibles.