Etiqueta Negra: del sabor al saber hacer

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Ramón Leiro

En la primera jornada pasaron por la feria al menos tres mil personas; hoy sigue la cita del «gourmet»

14 nov 2018 . Actualizado a las 09:19 h.

Con Etiqueta Negra, la feria del gourmet que abrió ayer en el recinto ferial de Pontevedra, pasa como con el supermercado: es peligroso ir con hambre. Todo está demasiado delicioso. La ventaja, en este caso, es que en su mayoría se trata de productos saludables, ecológicos, sostenibles y, encima, gallegos. Que se lo pregunten a dos viguesas que, a los pocos minutos de entrar, llevaban ya bajo el brazo una mermelada casera de tomate, unas galletas artesanas y una torta de Sarria. Amén de lo que habían probado, como el jamón de buey hecho en Allariz, del que decían... «está de lujo». Estas mujeres, además, reparaban en algo que a pocos pasaba desapercibido: en Etiqueta Negra hay sabor y saber hacer. ¿Por qué? Porque los productores hablan con mimo de sus criaturas gastronómicas, porque las catas y demostraciones de cocina son un espectáculo y porque el mobiliario y espacios creados aportan un ambiente tan exquisito como lo que se expone.

Es imposible hacer una foto fija de la feria: cambia a cada minuto porque la actividad, las catas o presentaciones de productos, son incesantes. Pero intentémoslo contando una pequeña parte de lo que ocurría ayer a la una de la tarde, cuando la feria llevaba solo dos horas abierta y había recibido a mil personas -a las ocho de la tarde eran ya tres mil-. En la zona de demostraciones de cocina, Benigno Campos, de Larpeiros, cocinaba unas habas de A Lourenzá. Mientras, en la parte de catas, el pontevedrés Gonzalo Rodríguez, tercer mejor barista de España, hacía que el respetable probase cafés y conociese uno de Costa Rica que sabe a chocolate y caramelo.

En medio de todo eso, los productores recibían al público contando la historia de sus creaciones, como Susana Aguiar, de Kalekoi, que cantaba las bondades de sus yogures, con sabores tan singulares como castaña o alquequenjes. O Pilar Alonso, que explicaba que hace obleas «como las de las monjas», con dibujos del Camiño de Santiago. Mientras atendían a unos y otros, momentos de confraternización, como el de los productores de Lalín, que se hacían foto de familia aprovechando que habían venido a apoyarles varios concejales.

El público no dejaba de probar. Desde el pastel de lacón con grelos de Embutidos Lalinense a las conservas en agua de mar de La Riviere pasando por el licor de café blanco de Habelas Hailas. Todo tenía cabida. Hoy la cita sigue con más sabor y con más espectáculo. Abre de 11 a 21 horas. Y entrar cuesta dos euros.