«Hay más enfermedad intestinal y más agresiva en entornos urbanos»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Ramón Leiro

El facultativo hace hincapié en el incremento de casos en mayores de 70 años y en niños menores de 8 años

29 jul 2019 . Actualizado a las 18:32 h.

Daniel Carpio López (Madrid, 1970) está al frente del comité organizador de las octavas Jornadas Monográficas de Actualización en Enfermedades Inflamatorias Intestinales (EII), que se desarrollan en Pontevedra. El médico de la unidad del Chop alude al impacto que tienen en la calidad de vida del paciente.

-¿Cuántas enfermedades inflamatorias intestinales hay y cuáles son las más prevalentes?

-El Crohn y la colitis ulcerosa son las dos grandes enfermedades inflamatorias intestinales. Luego hay una que es un poco intermedia entre las dos, que es la colitis indeterminada. La incidencia de esta última es mínima, podemos hablar de que el Crohn representa un 55 % y la colitis ulcerosa un 45 %.

-Hablamos, a día de hoy, de dolencias crónicas sin cura...

-Sí, son enfermedades crónicas incurables. Lo que podemos hacer es mejorarlas con tratamientos, pero curarlas no. Son enfermedades que si se dejan a su libre evolución ahí siguen. Afectan a la calidad de vida y son enfermedades que a veces pueden tener su gravedad y requerir ingreso porque la inflamación es seria. Imagínate una gastroenteritis pero a lo bestia. Las complicaciones pueden acabar en cirugía, pero sobre todo afectan al día a día del paciente.

-¿Son dolencias tabú?

-Eso de tener que ir al baño tantas veces, tener dolor de tripa o estar terriblemente cansado limita mucho a todos los niveles, el físico por supuesto, pero también el psicológico, el social, el laboral, el de ocio, el de las relaciones de pareja. Además empieza a afectar a gente muy joven.

-¿Hay casos en niños muy pequeños, como alertan las asociaciones de pacientes?

-El grueso de los pacientes se detectan entre los 15 y los 45 años, el 80 % de los pacientes están en esa franja de edad cuando se diagnostican, pero como cada vez hay más enfermos vemos casos fuera de esa horquilla. Sorpresivamente estamos viendo casos en gente mayor, de 70 a 75 años, y también casos precoces en niños de 8, 7, 6 años y menos incluso.

-En esos casos de mayores de 70 años, ¿aparece la enfermedad a esa edad o se descubre a esa edad?

-Es una enfermedad muy heterogénea. Hay pacientes en los que la evolución es muy llamativa, pero hay otro grupo de pacientes a los que apenas les afecta la vida más allá de pequeños dolores o diarreas que son capaces de llevar con el tiempo. Lo habitual no es diagnosticarlo tarde, aunque hay casos donde llevan veinte años sin casi síntomas hasta que se manifiestan. Son casos llamativos, pero no habituales.

-Hablemos de las causas. ¿Influye la genética, los hábitos de vida o hay otros factores?

-La causa final no se sabe. En los últimos años se ha avanzado mucho en el conocimiento de por qué se producen. La hipótesis que más se maneja es que se debe a un desequilibrio que tiene nuestro sistema de defensa frente a las bacterias de la flora intestinal. Nuestra flora intestinal está poblada de millones de bacterias y nuestro cuerpo está acostumbrado a entenderse con ellas y está continuamente testándolas. Pero en algún momento ese equilibrio se rompe y lo que no sabemos es por qué. Si es porque cambia tanto la flora intestinal y nuestro cuerpo produce la inflamación para defenderse de ellas, o si es porque el sistema inmunológico se descontrola y se desregula al pensar que las bacterias normales son enemigas. Ese desequilibrio de la respuesta inmunológica de nuestra flora intestinal se supone que es lo que produce la enfermedad.

-¿Qué papel juega el entorno?

-Como muchas enfermedades complejas hay una base genética, es decir, gente más propensa a sufrirlas y es hereditaria. Pasa en un 10-15 %. Y luego algo pasa en el ambiente que afecta a nuestra flora. Hay varios estudios, nuestro grupo tiene un trabajo en ese sentido, que concluye que el entorno urbano es más prevalente a la enfermedad. Hay más casos y más agresivos. El tipo de vida, lo que comemos, lo que respiramos, el estrés... puede favorecer, pero también hay casos en entornos rurales.

-¿El estómago y los intestinos, el aparato digestivo en general, es el gran sufridor del cuerpo, se cuida menos que otros órganos?

-Es cierto que hasta hace no demasiado tiempo, veinte o treinta años, no prestábamos demasiada atención a lo que comíamos. En los últimos años sí se le da más importancia a la dieta. Pero la verdad es que maltratamos todo el cuerpo, soporta muchas horas de trabajo, estrés, poco ejercicio, la vista también la machacamos... Es un poco la vida moderna.