La cohabitación entre vehículos, ciclistas y peatones tanto en carreteras como en calles y aceras necesita de correcciones que limiten riesgos
28 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.El altercado entre un camionero y dos ciclistas en la carretera de acceso a la fábrica de Ence ha reactivado el debate sobre la convivencia entre vehículos. Tenemos un problema cada vez más manifiesto. Y no solo en las carreteras. También en las urbes.
Normalmente un altercado de tráfico se salda con cruce de insultos, acaso de denuncias, si es que no basta el parte amistoso. Llegar a la agresión física, es un disparate. Lleve quien lleve razón, puñetazos, martillazos o lo que se tercie, la quita. Pero no podemos olvidar que otras veces esos episodios se traducen en accidentes con desenlaces trágicos al haber muertes de por medio. Cuando hay víctimas mortales, pierde el más vulnerable. En carretera, el ciclista; en ciudad, el peatón.
Los ciclistas se rearman moralmente. Hoy mismo Pedaladas celebra una “bici-festación” en Pontevedra y se anuncia una marcha cicloturista por la Plataforma Gallega por la Seguridad Vial, a desarrollar por Poio el próximo domingo. Reclaman vías seguras y que se respete la distancia de metro y medio entre vehículos y ciclistas.
Rutas seguras
Caben medidas de apoyo. Las Administraciones responsables de las carreteras secundarias, que son las más transitadas por ciclistas, deberían replantearse un reparto de usos y tráficos. Por ejemplo: ¿no sería más lógico que los cientos de camiones que van y vienen del puerto a Ence, circulasen por la autovía? La general, la PO-546 es muy estrecha, con casas pegadas a la calzada, apenas dispone de arcenes y soporta un tráfico muy intenso. Seguro que Ence no tendría problemas en abrir un acceso al recinto fabril desde la autovía. Incluso en pagar la obra. Total: ya que tiene 65 años de prórroga en Lourizán, las Administraciones relacionadas con el asunto -incluido el Concello de Pontevedra- deberían considerar una alternativa así.
Hay más: cualquiera que circule un domingo de mañana por carreteras como la PO-308 sabe que deberá armarse de paciencia porque la proliferación de ciclistas, a veces, grandes pelotones, ralentiza la circulación. La ausencia de carril-bici y la ocupación de los arcenes por vehículos aparcados, obliga a compartir una calzada muy aglomerada. Me pregunto: ¿no cabría que en fines de semana y festivos, concellos, Diputación y Xunta, titulares de esas vías tan concurridas, decidiesen cerrar durante unas horas ciertas carreteras a la circulación de vehículos para que solo sean empleadas por ciclistas, siempre que el tráfico restante disponga de rutas alternativas? Similar a lo que ya se hace los domingos en muchas ciudades.
Velocidad 10
El problema de convivencia que tenemos no solo se evidencia en la carretera. Es poliédrico. Urge regular usos en las ciudades. Entre coches y demás vehículos que emplean (o deberían emplear) la calzada. Así como la «cohabitación» de las aceras entre peatones, ciclistas y otros vehículos de tracción que van desde los skate hasta los patinetes eléctricos, tan en boga como potencialmente peligrosos. La muerte de una usuaria en Sabadell, ocurrida también esta semana, confirmó el riesgo.
Estamos ante un problema de rango nacional como acreditaron Fernando Grande-Marlaska, ministro de Interior, y las asociaciones de víctimas de accidentes de tráfico. El Gobierno se plantea una regulación general que pueda ser implementada por cada ayuntamiento con su respectiva ordenanza, como comentó Pere Navarro, el máximo responsable de la DGT y enamorado confeso del ejemplo urbano de Pontevedra.
Precisamente en nuestra ciudad se ha propiciado que la población viva muy volcada en la calle. Se ha potenciado el disfrute peatonal, pero al mismo tiempo el llamado «modelo de cidade» alienta un disparo del uso de la bicicleta. Ese bum provoca un creciente nivel de fricción entre los diferentes usuarios de las vías, tanto en las calzadas como en las aceras. La llegada de los patinetes eléctricos, ayudada por las mismas condiciones urbanas, fomenta un nuevo tipo de usuarios y otro foco de conflictividad.
Consciente del lío que se viene encima, César Mosquera, padre de la reforma urbana llevada a cabo en Pontevedra, encargó al técnico Fernando Nebot un estudio cuyas conclusiones inspirarán una futura ordenanza municipal que regule los usos en calles y aceras. Las directrices de Nebot (felicitadas por el concejal, lo que insinúa que los tiros irán por ahí) descartan el carril bici en las calles de Pontevedra pues con velocidad 30 y lombos, el calmado del tráfico debe garantizar la convivencia entre bicis y demás vehículos. El citado informe alerta contra el mal uso de las aceras por los ciclistas que las convierten en pistas para rodar a velocidad inadecuada poniendo en peligro a los peatones. Y previene de la peligrosa irrupción de los patinetes eléctricos. De modo que se recomienda que cuando bicicletas y demás vehículos de tracción tengan que circular por las aceras y calles de plataforma única, lo hagan a 10 kilómetros por hora.
Cuando se disponga la ordenanza costará que sea asumida por un sector de usuarios de bicis y patinetes que actualmente campan a sus anchas por Pontevedra. La Policía Local tendrá que empezar a multar. ¡Ojalá no haya que lamentar una víctima mortal, por ejemplo un anciano o un niño que resulte arrollado por un ciclista, para que también tomen conciencia!