Carla Goyanes: «Siempre sueñas con llegar a algo»

C. Pereiro

PONTEVEDRA CIUDAD

Ramón Leiro

La nadadora del Galaico quiere quitarse este año la espina de hacer un buen Mundial

11 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Aún no es mayor de edad, y sin embargo Carla Goyanes (Vigo, 2001) ha logrado más hitos que otros adultos solo podrían soñar. No se alcanzaron por casualidad. Detrás de esos galardones se sitúan dos verdades inapelables: trabajo y constancia. La nadadora del Club Galaico de Pontevedra recibió hace menos de una semana la Medalla Extraordinaria al Mérito Deportivo de la RFEN por su plata europea. Hoy, continúa entrenando, preparando un intenso año en el que buscará nuevos retos.

-¿Cómo recibe uno la noticia de que le van a dar un galardón de esta clase?

-Con muchísima ilusión, me anima a seguir en lo que hago. Pienso que me lo han dado porque la Federación confía en mí, y eso sienta bien a la hora de continuar trabajando.

-Es un bonito empujón. El reconocimiento oficial a ese trabajo que no es solo el de una medalla, sino el del día a día.

-Sí, sin duda. Siempre sienta bien que alguien te lo diga, un familiar, un amigo, un compañero; pero que te lo reconozcan institucionalmente te da como un algo más.

-¿Cómo llega usted a la natación? ¿Por qué eligió estar e el agua en vez de estar sobre tierra?

-Esa historia es muy graciosa. Mi madre me llevaba mucho a la playa y como no sabía nadar muy bien, yo, ella tenía que estar detrás de mí todo el rato. ¿Qué hizo? Pues me metió a natación para que aprendiera a nadar lo mejor posible y así pudiera estar más a mi bola. Hasta la ESO siempre hice dos deportes, ahí fue cuando opté por la natación en exclusiva porque era lo que más me gustaba.

-¿Cuántos años tenía cuando ingresó en su primer club?

-El primer cursillo lo tuve con cuatro años. A los seis entré en el Náutico de Vigo.

-La frase «como pez en el agua» se le queda corta. ¿Nunca se ha preguntado por la cantidad de horas que habrá pasado en la piscina?

-Buf, muchas. Ahora mismo suelo estar entre dos horas y dos horas y media por la mañana, unos 6.000 metros en agua; y por la tarde otras cuatro horas.

-Vaya, que usted nada en un día lo que la mayoría nada en un año.

-[Ríe] Puede que sí, puede que sí.

-Pero al margen de entrenamientos, de rendimiento físico... ¿Cómo le sienta a usted nadar? ¿Es también una forma de liberación mental?

-Sí, sí, claro. Lo noto mucho en época de exámenes. Puedo estar muy agobiada, pero cuando me meto en el agua ya no pienso tanto en ello. Me relajo bastante, la verdad.

-¿Y que hace cuando está en tierra firme?

-Estudiar toca. Empiezo ahora Segundo de Bachiller, así que supongo que va a ser un año entre el agua y la habitación. Pero bueno, hay que sacar tiempo para tomar algo con los compañeros y los amigos, claro.

-La realidad es que al final, la mayoría de los deportistas de élite siempre han de tener un plan B para su futuro. Sea académico, laboral.. No sé si a usted le llama algo en concreto.

-Yo voy por ciencias de la salud. Sé que no puedo nadar solo. Tengo pensado estudiar una carrera y mientras pueda tener un buen nivel en la natación seguiré en ella, seguro, pero no descuidaré los estudios.

-Usted muy joven, no sé si le dio a tiempo a soñar con ser subcampeona de Europa mientras nadaba y mejoraba.

-Siempre te lo imaginas, piensas que quizás sí, que podrías llegar a algo, hacerte con una medalla importante. Luego, claro, cuesta verse en la situación.

-¿Le costó creer que había ganado esa plata?

-Salí en shock, porque yo pensé durante mucho rato que tenía un grupo delante y vi que no, que podía ganar. Ahí tiré con todo, dije que tenía que seguir, que eso no me lo quitaban.