Golpes de esfuerzo desde la cuna

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

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Los hermanos Alfonso y Simón Riqueza y Eugenia Coll acaban de llegar del Campeonato del Mundo tras ser dobles campeones de España de kick boxing

05 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Son algo tímidos, pero explican al detalle la emoción que se siente cuando llegas por primera vez al Campeonato del Mundo de kick boxing. Los hermanos Alfonso y Simón Riqueza, de 14 y 12 años, y Eugenia Coll, de 11, regresaron hace apenas una semana de su gran experiencia internacional después de ser los tres dobles campeones de España de esta disciplina en las modalidades de point fighting y light contact. Por la mañana llevan una vida como la de casi todos los chavales de su edad, pero por la tarde moldean los campeones que ya son. «Estoy en tercero de la ESO, y en tercer curso profesional de percusión en el conservatorio y además el fin de semana tocó con un grupo tradicional de San Xulián», relata Alfonso, que parece que estira el día más de lo que cualquiera sería capaz. Aún así, asegura que le queda tiempo para jugar a la Play Station. Es casi un superhéroe. Parte de mérito tiene su padre, que se encarga de llevar a él y a su hermano a todas las actividades. Simón parece más inquieto, pero el kick boxing no puede con él. Siempre quiere más, solo apuesta por esta disciplina. «El fútbol me gusta, pero no lo practico», recalca este joven de Marín, que si tiene que defender un equipo, que sea el culé.

Los dos acaban de llegar de Venecia de la prueba mundial, pero la mala suerte hizo que Alfonso se cruzara con los mejores de su categoría y fue eliminado por el inglés Kashkett Max, que finalmente sería subcampeón del mundo en la categoría de menos de 47 kilos. Simón, por otra parte, fue eliminado por Tyler Harvey, con el que compitió en menos de 37 kilos. Al igual que le ocurrió a su hermano, su rival se llevó la plata. El entrenador de los tres, José Manuel Santiago, reconoce las cualidades de ambos y destaca la velocidad y el giro lateral de pierna de Alfonso y de Simón «su rapidez y su arsenal técnico, además domina las técnicas de puño y de pierna». La pontevedresa Eugenia Coll es una de las promesas del kick boxing femenino en Galicia y como ella misma asegura «espero llegar a lo más alto, a ser campeona del mundo». Santiago reconoce que no le faltan cualidades. Se refiere a ella como «la perfección en el tatami». Acaba de perder en Venecia contra la irlandesa Sullivan Sarha, pero su entrenador señala que «hace lo que quiere, cuando y como quiere, tiene frialdad en el combate y agresividad en el tatami, es cien por cien efectividad con la pierna». Esta claro que alabanzas de quien la ve competir no le faltan.

Eugenia estudia sexto de Primaria y de mayor espera convertirse en Guardia Civil como su padre. De él aprendió la pasión por el kick boxing y en él ve el ejemplo profesional a seguir. Cuando se le pregunta por qué optó por esta disciplina, además de mencionar a su progenitor, recalca que «sirve para saber defenderte porque en la calle pasan muchas cosas y además viajas». Es este aspecto de los desplazamientos el que trae de cabeza a las familias, que cada vez que sus hijos pasan una selección para viajar a una prueba nacional o internacionales deben ser ellos lo que hagan el desembolso económico.

Coste elevado

Tanto el padre de Eugenia como José Manuel Riqueza aseguran que se sienten un poco olvidados por las administraciones. No es para menos. «La federación solo les da el chándal y el patrocinador entrega la equipación de combate, nosotros pagamos el resto», explica Riqueza, que ha asumido un coste de cerca de cuatro mil euros para que sus hijos compitan al máximo nivel. «La Xunta tiene unas ayudas pero son para mayores de 16 años», puntualiza Coll, quien señala que en esta ocasión «tuvimos que pagar la inscripción de combates. Agradecemos la ayuda de amigos y familia, pero nadie más echa una mano».

Estas tres promesas del kick boxing gallego se preparan ahora para ver si pueden ir a competir a Alemania. Mientras eso llega, cada tarde se reúnen en el gimnasio ABP de Pontevedra para seguir creciendo a base de patadas.