Meterse en un jardín, a sabiendas

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

La propuesta del PSOE de Pontevedra para la creación de una mesa por el traslado de Ence concitó un rechazo que puso en evidencia las respectivas estrategias

23 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El PSOE pontevedrés se ha metido en un jardín abanderando la propuesta de crear una mesa de negociación por el traslado de Ence que ha concitado un rechazo casi unánime en tiempo récord. Sin embargo, quiero suponer que no ha sido una ingenua ocurrencia.

Entiendo que respondió a una decisión meditada dada la experiencia política de Agustín Fernández y Maica Larriba. Por tanto: si la dirección local del PSOE fraguó con la anuencia de cargos públicos de varios ministerios del Gobierno de Pedro Sánchez, la idea de lanzar la creación de una mesa de concertación -por cierto un remake como luego recordaré- parece evidente concluir que se perseguían otras intenciones. Probablemente repartir responsabilidades ante la apremiante incapacidad de dar la vuelta a las cosas. Asimismo se buscaba -y se logró en apenas 24 horas- que quedaran retratadas las respectivas estrategias sobre Ence. Desde la propia de la industria celulosa, pasando por la Xunta de Galicia, Concello y partidos políticos con representación municipal y parlamentaria. Posiciones ahormadas con el actual statu quo devenido de un hecho consumado: la prórroga por 65 años que en 2016 obtuvo la pastera, otorgada por Mariano Rajoy con un gobierno en tiempo de descuento, antes de la repetición de las elecciones generales.

Diluir responsabilidades

Por tanto y aunque suponga dejar en el olvido el compromiso electoral del propio Pedro Sánchez ante los pontevedreses en la campaña de junio de 2016, que no haya dudas: ningún pontevedrés espere que este gobierno vaya a tramitar por iniciativa propia una reversión de la prórroga a la industria pastera.

Para atreverse a semejante empresa, el PSOE precisaría tener la sincera voluntad política de querer acometerlo. No da esa impresión. Además demandaría un respaldo político y parlamentario tanto en Madrid como en Santiago que hoy en día es inimaginable. BNG y Marea-Podemos están más cómodos en la confrontación contra Ence que en cualquier fórmula de concertación. Partido Popular y Ciudadanos no estarán nunca en ese hipotético acuerdo ya que su argumentario está construido desde la perspectiva de lo que supone económicamente Ence y si la empresa no está por la labor -que no está- los de Pablo Casado y Albert Rivera no van a modificar sus posiciones. Y además en el PP aún supura la herida que dejó que los concejales del PSOE en esta ciudad, unieran sus votos a los ediles de Bloque y Marea para declarar a Mariano Rajoy persona non grata como castigo a la prórroga de Ence.

Para colmo de colmos, la propuesta de mesa por el traslado lanzada por el PSOE local pretende que el proceso sea liderado por el alcalde nacionalista Miguel Fernández Lores y el Concello de Pontevedra, lo que estéticamente podría tener cierta justificación pero administrativamente me parece un disparate.

Los hipotéticos márgenes de maniobra de un Ayuntamiento se estrellarían contra las tutelas de la Xunta de Galicia y sobre todo del Gobierno central. Sin olvidar que el asunto está judicializado y habrá que estar a lo que dispongan los tribunales en los contenciosos administrativos entablados.

El pasado es tozudo

Curiosamente se calca una situación pretérita. Pero con discursos y estrategias cambiadas. Cuando el socialista Emilio Pérez Touriño alcanzó la presidencia de la Xunta en 2005 verbalizó que la solución al futuro de Ence estaba en una mesa de concertación que era uno de sus compromisos electorales.

El 13 de diciembre de aquel año, en una visita institucional al Concello, se comprometió a activarla, con la presencia de la propia empresa, trabajadores, sindicatos, gobierno central y municipal. Touriño presidía una Xunta de coalición con el BNG que entre otras, ocupaba la cartera de Industria. De modo que entonces el alcalde de Pontevedra, Miguel Anxo Fernández Lores valoraba la propuesta de la Xunta como «unha excelente noticia que debe servir para que o complexo industrial manteña a súa actividade na comarca pero noutra ubicación menos perxudicial».

Eran otros tiempos para todos. Hasta el propio Alberto Núñez Feijoo, de aquella alineado con el discurso pro-traslado de Telmo Martín y el Partido Popular pontevedrés, se anotó también a una propuesta similar «para hablar de todo».

En 2009, Touriño y Quintana cayeron derrotados. Feijoo asumió la presidencia de la Xunta. En su primera visita institucional a la ciudad de Pontevedra repitió antes Lores y demás corporativos su compromiso electoral por el traslado de Ence. Y así lo mantuvo durante dos legislaturas más hasta que en vísperas de las elecciones municipales de 2015, cambió de discurso y se alistó en «la defensa de la actual ubicación como mejor escenario ante la ausencia de alternativas posibles».

Resulta curioso: mientras en estos años, los partidos políticos han ido mutando sus discursos sobre Ence poniendo las velas al viento social que entendían más favorable según en qué circunstancias; la única que no ha modificado un ápice su posición ha sido la propia industria pastera cuya pervivencia futura en Lourizán, coyunturalmente garantizada, decidirá un consejo de administración, una cotización en Bolsa y la suerte del mercado de la pasta de celulosa. Y nadie más, me temo.