El PP ve «terrorífica» la imagen que transmitió Pontevedra en los fines de semana de «peñas»

Serxio Barral Álvarez
Serxio barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

S.B.

Culpan al gobierno local de permitir un «botellón descontrolado»

15 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuatro días de «peñas» con miles de jóvenes en las calles del casco histórico de Pontevedra ofrecieron, a juicio del Partido Popular, una imagen «terrorífica» de la ciudad y arrojaron «un resultado desastroso». El presidente de los populares en Pontevedra, Rafa Domínguez, basa esta valoración en que se registraron veinte intoxicaciones etílicas en esos cuatro días -haciendo hincapié en que en doce casos los afectados eran menores de edad-, en la acumulación de basura que generaron esas jornadas -en torno a 43 toneladas- y en la ausencia de aseos químicos. Además, alude a comentarios vertidos en las redes sociales muy críticos con lo vivido esos días.

«Pontevedra se convirtió en un escenario bélico en el que caminar por el centro histórico supuso participar en una carrera de obstáculos», afirmó Domínguez, que solo ve un culpable en que la fiesta se haya convertido en un «botellón descontrolado»: «el BNG, que esos días levanta la prohibición de hacer botellón y facilita que los menores de edad beban en la calle». Además, criticó que el gobierno local reste importancia a estos desmanes y no muestre preocupación por el hecho de que el 60 % de las intoxicaciones etílicas correspondían a menores.

Sin embargo, evitó mojarse sobre cómo atajar estos desmanes, y se limitó a pedir «que se abra una reflexión entre todos: concello, oposición, hosteleros, técnicos de emergencias...».

«La que debería de sonreír un poco más es Carme da Silva»

Rafa Domínguez no eludió ayer la polémica levantada el lunes por la teniente de alcalde, Carme da Silva (BNG), que acusó al PP de estar detrás de la protesta de un grupo de policías locales contra el gobierno local que empañaron el pregón festivo del sábado. Da Silva vio connivencia entre el PP y este grupo de funcionarios tanto en el abrazo que se dieron un concejal y uno de los agentes como en la sonrisa que mostraba el propio Domínguez mientras se desarrollaba la protesta. «Me acusa de sonreír -valoró ayer el presidente local del PP-. Creo que quien debería sonreír un poco más ella».

Domínguez aseguró que no le agradó ni el lugar ni el momento escogido para la protesta. No obstante, culpó al gobierno local por no haber sido capaz de atender las demandas del colectivo. «Creo que parte de las reivindicaciones son legítimas, y creo que se resolverían hablando. Si yo fuera alcalde, en unas semanas estaría resuelto el conflicto», afirmó.