El rejoneador Diego Ventura salva una tarde en la que los toros no dieron la talla

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Pese a la ovación de la plaza, que le idolatra, el Fandi se quedó sin puerta grande por su despropósito con la espada

12 ago 2018 . Actualizado a las 05:10 h.

Quizás sea hoy, en la tercera de ferias, cuando vaya la vencida y, al fin, los toros, den la talla. Pero ni la semana pasada los astados de Alcurrucén estuvieron a la altura ni ayer lo hicieron los de Los Espartales y Virgen María. Les faltaba fuerza. Tampoco ayudaron a la corrida Antonio Ferrera ni David Fandila, El Fandi, que se llevaron una oreja por cabeza sin que el público pidiese otra cosa para ellos. Mucho mejor estuvo el rejoneador Diego Ventura. Ofreció espectáculo, levantó olés y salió por la puerta grande tras cortar cuatro orejas. Su actuación en el ruedo salvó la segunda de ferias en Pontevedra.

Empezó la tarde con Diego Ventura y Lopesino, de 510 kilogramos y de divisa Virgen María. Estuvo él bastante mejor que el astado, que por momentos se quedaba parado. Puso banderillas y dos rejones de castigo. Demostró que por algo es el mejor rejoneador del momento y que sus caballos no se quedan atrás en laureles. Culminó la faena con una estocada efectiva y el público correspondió. Se pidió la primera oreja al recién estrenado presidente de la plaza, que la concedió rápido y que tampoco tardó demasiado en dar la segunda.

Salió luego Antonio Ferrera y en el tercio de varas ya fue plomizo. Él y el astado -Enloquecido, 500 kilos, de Virgen María-, que por cierto tenía un pitón escobillado. Hubo una pitada sonora cuando el matador relegó en terceros la puesta de las banderillas. Luego, lo intentó toreando al natural pero entre que el toro no ayudaba y que el diestro tampoco parecía tener la tarde, los olés se fueron silenciando. Mejoró la faena en la estocada, que fue fulminante. Saludos desde el tercio fue lo único que logró con la primera actuación pese al acierto matando.

Llegada del ídolo

Y con el tercer astado llegó el Fandi. No le hizo falta ni empezar para ser ovacionado. Es un ídolo en el coso de San Roque y esa realidad quedó patente desde el minuto cero. «Fandi, Fandi, Fandi», gritaba la grada mientras crecía la animación. Al principio, con el capote, correspondió al entusiasmo del respetable. Levantó olés con oficio y espectáculo y estuvo ducho clavando banderillas, llegando incluso a colocar una con un sombrero del público en la mano. El astado era flojo y manso, no daba juego, y eso hizo que la plaza pasase de estar en pie a irse enfriando. No le fue mal del todo con la muleta pese a la pasividad del toro. Pero solo logró media estocada e hicieron falta dos descabellos. Cortó una oreja y el público, pese a las ovaciones iniciales, tampoco pidió más.

Con Diego Ventura y el cuarto volvió la emoción. El toro, Melocotón (Los Espartales, 585 kilos) dio más juego. Le puso únicamente un rejón de castigo y banderillas. Hubo espectáculo, resurgieron los olés y Ventura volvió a lograr dos orejas. Le dejó la plaza caliente a Antonio Ferrera, que no logró mantener el ambiente con el quinto, Juguetón (505 kilos, Virgen María). Entre un traspiés con el caballo y una voltereta el animal quedó tocado. No dio juego ni con el capote ni con la muleta.

Insultos para Ferrera

Le llovieron los insultos al matador. La grada no le perdonó que no pusiese banderillas ni que pusiese delante del toro la muleta. «Pico, Pico», se escuchaba gritar. Pidió que parase de tocar la banda y se dio un arrimón que no le valió de mucho, porque el toro no daba para más. Eso sí, la estocada fue fulminante, aunque hay que decir que estaba algo desprendida.

Y el sexto, Vendedor (495 kilos, Virgen María) fue para el Fandi. Era un astado complicado para su estilo. Aún así, dio juego en el tercio de varas y volvió a levantar expectación con las banderillas. Nuevamente, la plaza se puso en pie y el «Fandi, Fandi» acarició el tendido. Pero El Fandi no tenía la tarde con la espada. Tuvo dos pinchazos, un bajonazo infame y media trasera. No ocultó el matador su desesperación en medio del ruedo. El cariño del público no sirvió para que se sacase ningún pañuelo. No se pidió nada para él. Pero, eso sí, se le ovacionó. El «Fandi, Fandi» sonó hasta el final mientras Diego Ventura salía a hombros.

Ferrera, que cortó una oreja, recibió pitada por no

poner él mismo

las banderillas