De un Valle-Inclán manco a un Alexandre Bóveda defecado

María Hermida
MARÍA HERMIDA PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Emilio Moldes

No hay forma. Las estatuas de la ciudad lucen de mala manera. El último en aparecer pintarrajeado fue el Fiel Contraste

05 jun 2018 . Actualizado a las 08:12 h.

No hay que buscarle explicación. O sí. Pero el caso es que buena parte de las estatuas de la ciudad, aunque admiradas por las decenas de turistas que cada día desembarcan en Pontevedra -con la popularmente conocida como la de los músicos, aunque son todos escritores menos uno, se fotografían visitantes a cada minuto-, no lucen de la mejor de las maneras. ¿Qué les ocurre? Bien porque son pasto continuo de los vándalos y ladrones bien porque los coches les dan golpes, a casi todas les falta alguna pieza o tienen falta de limpieza.

Vayamos del presente al pasado. Hace solo unos días que el Fiel Contraste apareció pintarrajeado de amarillo. Al pobre hombre de las pesas, una escultura de Ramón Conde y la obra de arte con mayor valoración económica para las aseguradoras de los bienes municipales, ya le han hecho de todo en sus ocho años de existencia. Ya tuvo otras pintadas, ya le arrancaron las pesas, le pusieron alas en una intervención artística... de todo. Y ahora, cual independentista catalán, le toca lucir forzosamente de amarillo hasta que alguien lo limpie.

Otro personaje que sufre de lo lindo es Valle-Inclán. El genial escritor está tranquilamente con su bastón en Méndez Núñez, donde está la Casa de los Muruáis en la que él se formó. Pero no hay manera de que le dejen tranquilo. Lo dejaron manco en un buen número de ocasiones, lo pintaron de rosa de arriba abajo... y ahora vuelve a llevar unos seis meses -según cálculos de los vecinos- sin mano y sin bastón, haciendo equilibrios entre tanto vándalo. Comerciantes y vecinos tienen clara su opinión: «Es una pena, el pobre Valle nunca está completo».

No muy lejos de Valle-Inclán ve pasar también el tiempo la llamada Moza das Galiñas a la que, en realidad, bien se le podría cambiar de nombre. Y es que la mujer que reparte maíz se ha quedado sin aves que se lo coman hace ya tiempo. «Polo menos hai un ano ou dous que faltan as galiñas. As primeiras roubárona e a última veu un coche e deulle un golpe. E ninguén llas volveu poñer, é unha peniña», decía una vendedora de la plaza de abastos que ve la estatua sin salir de su puesto de flores. Otra comerciante de la zona apostillaba: «Al ser de cobre se lo llevan todo, es mejor que pongan un material menos apetecible».

¿Cómo toca Manuel Quiroga?

Lo que también se llevó alguien o directamente rompió y lo dejó atrás es el arco del violín del músico Manuel Quiroga, que ameniza la tertulia de los escritores dela plaza de San José. Lleva tiempo sin él, así que el pobre toca en vano su instrumento fetiche.

De los sinsabores de los vándalos tampoco se libran algunas de las esculturas de las Palmeras o de la Alameda, que lucen pintadas. Por último, recordar al pobre Alexandre Bóveda, cuyo rostro, en plena plaza de Curros Enríquez, es diana continua de palomas o gaviotas. Las cagadas de las aves se hacen notar en una escultura que pide cariño.