Esperando al cristo, «o mellor veciño do pobo»

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

emilio moldes

Por primera vez dejaron salir de la aldea a una venerada imagen para que sea objeto de una restauración

14 may 2018 . Actualizado a las 21:06 h.

O Rañadoiro, una aldea colgada en el monte de Ponte Sampaio donde viven unos 150 vecinos, está últimamente desangelada. Aunque en realidad lo que le falta al lugar no es un ángel. Es un cristo. Tal cual. Resulta que este nucleo lo habitaba desde el año 1847 el llamado Cristo da Vica, una imagen con una columna a sus pies algo pintoresca, que presidía el vecindario desde lo alto de un muro, en un cruce de caminos. Ahí estaba la imagen, «sen meterse con ninguén», como dice un paisano, año tras año. Pero el cristo necesitaba una restauración y los técnicos desaconsejaban hacerla en el sitio donde estaba. Sí o sí debían llevárselo al taller para repararlo. Así que, aunque contentos con la restauración -de la que se hizo cargo el Concello-, los vecinos le dijeron hasta luego con pesar a su imagen. Aunque no hace demasiado tiempo que se marchó, la espera por el cristo se está haciendo larga. «Bótase moito de menos», insisten en la aldea. Entre quienes aguardan su regreso están tres de sus mejores guardianes. Son ellos Amador, Maruja y Marisa, estas dos últimas madre e hija. Los tres tienen claro que su cristo es mucho más que una imagen: «É o mellor veciño que ten o pobo», espetan a coro.

Maruja, que peina los ochenta y pico años, sabe bien la historia del cristo. Aparece ella, horquilla en mano, trabajando una finca en la que va a echar maíz -es de las que todavía cuece el pan en casa-. Cuenta que el cristo vino de Córdoba. Y que tiene detrás una curiosa historia de venganza que salpica a unos parientes suyos: «Había aquí un home, que ao parecer lle chamaban o vello Torres, que tiña un irmán cura que non o saudaba. O caso é que colleu e buscou a maneira de que o irmán o tivese que saudar. ¿Como o fixo? Pois trouxo ese cristo dende Córdoba nun carro de bois e púxoo no muro da súa casa, pegado ao camiño por onde tiña que pasar o irmán, e pensou que aínda que a el non parara a saudalo si pararía onda a imaxe... pero parece ser que o cura ía dar a volta toda á aldea para non pasar por alí», dice Maruja con media sonrisa.

Hasta por el Celta de Vigo

La venganza, por lo que cuenta esta mujer, no sirvió de mucho en cuanto al cura. Pero sí cambió la historia de O Rañadoiro. Porque desde entonces al cristo se le venera por activa y por pasiva. Durante años, cuando la aldea era eminentemente agrícola, a él se abonaba quien tenía enfermo un animal. Se le pide también por la salud de las personas, se le ponen flores, velas... lo que haga falta. Por pedirle, al Cristo hasta se le pide por el Celta. Lo hace Maruja durante toda la liga:

«Polo Celtiña si que lle pido, sobre todo se lle toca xogar cos do Coruña».

Como compensación a tanto petitorio, en la fiesta de la aldea, el Rosario, la procesión para junto al cristo, se le canta algo y se le reza. Antiguamente también se le ponía alrededor una especie de plataforma para que quedase más lucido el día de las celebraciones, pero eso ya pasó a la historia, tal y como cuenta otro de los guardianes del cristo, Amador.

Él, que se prejubiló de Citroën y el año pasado incluso se animó a organizar las fiestas con otros vecinos, debe ser de los pocos que no le pide nada a la imagen. «

Eu quero que siga aí, porque senón o pobo está baleiro, pero pedir non lle pido nada... nin eu me meto co cristo nin o cristo se mete comigo, levábanos ben sen pedirnos nada»

, señala con sorna. Explica luego la historia de la restauración de la imagen. Como está a la intemperie, a la escultura no suele durarle demasiado la pintura. Así que lo habitual es que alguien que le pidiese a la imagen alguna cuestión se ofreciese también a pintarlo.

«Foi pintado en distintas ocasións por algúns veciños ou pintores que se chamaban, porque non había outra maneira»

, cuenta Amador. Así se hicieron las cosas durante bastantes años, hasta que tropezaron con Patrimonio.

«Ao parecer non se poden facer así as cousas, antes de pintalo hai que pedir permiso. De feito xa hai varios anos que non se amañaba porque non tiñamos quen o fixera sen esa autorización»

, enfatiza Amador. Ahí entra en juego también Marisa. Puesto que fueron ellos dos los que se dirigieron al Concello de Pontevedra para pedirle su mediación y que la imagen fuese reparada de una vez por todas. La cosa acabó con la imagen viajando hacia un taller de restauración. Ya telefonearon a la técnica que se encargará del asunto para ver cómo de larga será su espera. Y Amador teme que todavía tendrán que aguardar un poco: «

Dixo que tiña nove capas de pintura distintas e que entre elas había ácaros, así que o máis probable é que tarde en arranxalo»

. Marisa dice que la espera, a poca que sea, se hace larga porque

«o cristo é moito cristo

» y cuenta que ni los más jóvenes se olvidan de él: «

As miñas fillas persígnanse sempre ao pasar por alí

», remacha.

 

la talla

El Cristo da Vica se llama así porque, dentro de la aldea de O Rañadoiro, está ubicado en un lugar llamado A Vica. La foto tiene ya algunos años y actualmente el muro sobre el que se apoya ya no es el mismo. Los vecinos suelen dejarle velas y flores. Tiene una inscripción a mano que pone que es del año 1847.