El pontevedrés que enseña español en la escuela de la ONU en Hanói

Olga Suárez Chamorro
Olga suárez chamorro REDACCIÓN / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CEDIDA

Álvaro Graña lleva cinco años en Vietnam tras pasar por Estados Unidos, Kuwait y Taiwán

06 may 2018 . Actualizado a las 09:33 h.

Como cualquier otro recién licenciado, el pontevedrés Álvaro Graña terminó la carrera de Filología Inglesa en la Universidade de Santiago de Compostela y empezó a plantearse su futuro profesional. Hizo el CAP e intentó preparar las oposiciones para ser profesor. Pero enseguida se dio cuenta de que aquello no iba con él: «Enclaustrarme durante años memorizando para finalmente ejercer una profesión que nada tiene que ver, en un lugar remoto de Galicia para que al cabo de muchos años pueda pedir destino en una población mediana».

Y decidió buscar alternativas fuera de Galicia, y de España. Viajó primero por Inglaterra e Irlanda y después fue contratado en una escuela de Estados Unidos para enseñar español; pero al llegar a su destino, su función cambió: enseñar inglés a los adolescentes inmigrantes que acababan de llegar al país. «Esta experiencia me cambió y abrió muchísimo mis horizontes». 

Una escuela de 1.200 alumnos

Y mucho ha ampliado su experiencia y su bagaje desde aquella primera oportunidad laboral hasta ahora. A sus 46 años, es profesor en la UNIS Hanói, una prestigiosa escuela internacional que la ONU tiene en la capital vietnamita. Allí enseña español como lengua extranjera, en lo que en España sería tercero de la ESO, hasta segundo de Bachillerato. Entre sus alumnos hay hijos de personal de la ONU, embajadas, oenegés y cargos directivos de empresas; la escuela tiene 1.200 alumnos y tiene lista de espera para entrar, «tenemos una política de diversidad y solo aceptamos un 20 % de cualquier nacionalidad», explica. Se basan en el programa del Bachillerato Internacional y ofrecen como lengua extranjera francés, español y chino. Como lengua materna, además del inglés que es obligatorio, ofrecen coreano, vietnamita, francés, holandés, sueco, danés y alemán. Sus alumnos, los que eligen español, son muy variados: «Muchos lo escogen porque tienen pensado ir a la universidad en Estados Unidos y perciben que el español es un idioma importante allí; otros, los europeos, tienen una preferencia por España como cultura».

Pero las etapas de este emigrante pontevedrés en Estados Unidos y Vietnam no fueron seguidas; es más, entre ellas hubo otras experiencias que han marcado su vida, en países bien diferentes. Después de tres años en Atlanta se mudó, ni más ni menos, a Kuwait, donde ejerció de profesor de español en la American School Kuwait; otros tres años en un destino en el que vivió uno de los momentos álgidos de la guerra del Golfo Pérsico, la segunda invasión de Irak en el 2001. «Nos evacuaron tres meses y regresé al terminar la guerra», recuerda.

De allí cambió su residencia a Taiwán, un destino en el que se sintió más cómodo y donde siente que se desarrolló profesionalmente. Ejerció la docencia durante ocho años en Kaohsiung American School y descubrió «un país estupendo con una gente magnífica». Tenía un buen trabajo y reconocimiento profesional pero llegó un momento en el que este gallego intrépido sintió que había dejado de aprender así que se dispuso a buscar un nuevo trabajo. 

Una perspectiva diferente

Y así llegó hasta Hanói, donde se encuentra muy bien en un trabajo que le llena y que le aporta unas buenas condiciones laborales. Sabía poco de su nuevo país, así que se dispuso a conocer su historia y descubrió una perspectiva diferente sobre la guerra de Vietnam, «que para los vietnamitas solo es un episodio más en su guerra por la independencia». Reconoce que, al principio, la adaptación fue dura, «cada país es diferente, las leyes, las costumbres, los precios, la forma en que tratan a los extranjeros...». Pero ahora se siente integrado. Aparte de estos detalles, se siente en un mundo globalizado: «mi escuela y otras miles del mundo son prueba de ello». 

El sur, más acogedor

En su tiempo libre forma parte de una oenegé y también hace visitas guiadas para expatriados que viven en Hanói. Aunque allí tiene amigos locales, reconoce que su círculo de amistades lo forman «gente emigrante que realmente está de paso y no se va a quedar para siempre en el país».

Cuenta que el sur es mucho más acogedor que el norte, «Hanói es la capital de un país comunista y se nota», y cuenta que el país está viviendo una emigración interna del campo a la ciudad, lo que es una barrera tanto económica como social. De la sociedad asiática destaca su dinamismo, «es joven, abierta, con oportunidades». Y subraya que la importancia que se da a la educación en Asia es mucho mayor que en Galicia.

Dos veces al años viene de vacaciones a reencontrarse con familiares y amigos. Le gusta pasar sus vacaciones en casa, donde su familia ya se ha resignado a sus lejanos destinos. Pero regresar definitivamente no entra en sus planes porque sabe que, de haberse quedado, no hubiera podido vivir profesionalmente lo que está viviendo: «en Galicia, la educación no fomenta que el profesorado haga carrera». Y de momento no tiene fecha de cambio, «hasta que me echen o ya no me den el visado de trabajo por edad».