Las 18 líneas que hicieron soñar al niño Roque

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

RAMON LEIRO

Escribió el prólogo de un libro de su padre. Y, aunque quiere ser profesor, ya se plantea seguir redactando

05 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

A Roque Álvarez Alonso le quedan muchos, muchos años para ser un viejecito. Aunque habla con solvencia y utiliza expresiones que para sí quisiesen muchos adultos, Roque está ahora mismo saliendo de la niñez para encaminarse hacia la adolescencia. Tiene 12 años y cursa primero de la ESO en el instituto Xunqueira I de Pontevedra. Sin embargo, pese a que tardará en tener canas, Roque sabe bastante sobre la vejez. Lo sabe desde hace tiempo porque su padre, Miguel Álvarez, es gerontólogo y suele contarle qué es lo que hace para que los mayores a los que atiende tengan mejor calidad de vida. Y lo sabe mucho mejor desde diciembre del año pasado, cuando le pasó algo muy especial en su vida: «Mi padre, que siempre me cuenta lo que hace, me empezó a hablar del libro que estaba escribiendo sobre el envejecimiento activo. La verdad es que me gustaba lo que me contaba y le hice muchas preguntas. Un día me dijo que estaba buscando a alguien que le hiciese el prólogo... y de repente decidimos que lo iba a hacer yo. La verdad es que me gustó mucho que me lo pidiese porque me pareció que iba a vivir una nueva experiencia», dice Roque con mucha soltura. Ahí empezó, efectivamente, toda una experiencia. Fueron 18 líneas las que finalmente integraron ese prólogo. No es que sea un texto muy largo. Pero a Roque le permitieron empezar a soñar. ¿Con qué? Con ese maravilloso mundo de la escritura. Tanto sueña que ya no solo piensa en escribir más, sino en escribir algo que incluso sea llevado al cine.

Cuenta Roque que eso de escribir le gusta desde siempre pero que, hasta que se puso manos a la obra con el prólogo, solamente había redactado cuando se lo pidieron en el colegio. ¿Qué tipo de historias le gustan? «Lo mío son los relatos de aventuras y de terror... me gustan mucho las cosas sangrientas. En sexto mi profesor de literatura ya estaba harto de que siempre anduviese escribiendo cosas de sangre». También le gusta leer, sobre todo si sale un nuevo libro de Harry Potter. Teniendo en cuenta estas aficiones, no es raro que aceptase el encargo de su padre rápidamente. Dice que le costó un poco arrancar, que leyó algunos trozos del libro porque «si lo leía todo era mucho, y también tengo mis cosas del instituto». Pero enseguida se dio cuenta de qué era lo importante: «Mi padre me ayudó un poco, pero yo vi que lo importante es que la gente, además de leerlo, le hiciese caso a sus consejos, porque si no nos cuidados cuando lleguemos a mayores nos pueden pasar muchas cosas malas». De ahí que escribiese: «Disfrutar con la lectura y poner en práctica sus sugerencias y consejos».

Un homenaje en toda regla

Antes de redactar esas palabras, en las 16 líneas anteriores del prólogo, le hace un homenaje a su padre. Dice que es un buen progenitor y que hace «cosas maravillosas» por la gente mayor. Pero también lanza un deseo al aire: «Espero que él también se sienta orgulloso de sus hijos por todo lo que han conseguido hasta la fecha y porque estamos decididos a continuar su estilo y su dedicación a todos».

Roque quedó satisfecho con su prólogo, sobre todo porque además le reconocieron su labor en la presentación del libro. Demostrando que es muy pragmático, reflexiona: «Lo que pasa es que tendré que escribir más cosas, porque el siguiente libro que haga mi padre el prólogo le va a tocar a Celia, mi hermana melliza... y yo tendría que esperar a otro más. Igual antes puedo escribir otra cosa». Uno le pregunta si en el futuro se ve como escritor a tiempo completo, quizás llevando a la literatura esas historias sangrientas que le encantan. Pero entonces tira de franqueza: «Escribiré mejor en los ratos libres. De profesión quiero ser profesor de biología como mi madre, aunque estoy pensando que incluso podría escribir libros sobre biología. Eso implicaría hacer las dos cosas que me gustan», señala satisfecho.

Habla Roque en un descanso de su apretada tarde. Tras la mañana de instituto, le toca ir al conservatorio. Toca el contrabajo, algo que le gusta mucho. Y acude también a clases de inglés. En medio de todo ello, disfruta junto a su hermana. «A veces nos enfadamos como todos los hermanos, pero pasamos muchísimo tiempo juntos y si me preguntas te diré que yo creo que nos llevamos muy bien», señala nuevamente con soltura. Luego, directo a clases de contrabajo. A tocar y a seguir soñando.

Cree que escribirá al margen de su padre porque «el próximo prólogo le toca

a mi hermana»