Ellas hacen grande el deporte

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

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Cuatro mujeres de clubes locales analizan la igualdad en sus disciplinas

06 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Ellas sudan la camiseta tanto como ellos, pero son los hombres los que se meten al público en el bolsillo, los que se llevan la gloria y las portadas. Nuestras cuatro protagonistas son responsables de clubes, entrenadoras o jugadoras profesionales en Pontevedra, son, en definitiva, mujeres que hacen grandes sus disciplinas. La Voz de Galicia las reunió ayer para analizar el machismo del mundo en el que se mueven. Las cuatro coinciden en que las mujeres tienen que dar ese paso al frente para poder subirse al mando. Romper el techo de cristal que todavía marca el deporte.

Lupe Murillo es una de las seis presidentas que dirigen un club desde Primera hasta Segunda B, donde compiten más de cien equipos, y aún así asegura que nunca han minusvalorado su trabajo por una cuestión de genero. «Siempre se me han respetado», señala la responsable granate, que anima a las mujeres a que «lo intenten, hay que darle la vuelta, hay que pensar que la que quiere, puede llegar a donde quiera». Ella nunca se ha puesto límites, pero tampoco se los han puesto. No se atreven. Ni en el ámbito laboral, ni en el deportivo.

Y si Lupe se mueve en un mundo de hombres, el de la presidenta de la Escudería Buxa Motor aún lo es más. A las mujeres les cuesta ganar espacio en esta disciplina «muy machista». Lo dice Noemí Blas, que reconoce también que en los 39 años que lleva al frente del equipo que ella parió no tuvo ningún problema, pero «si estamos mi marido y yo, cuando llega alguien a hablar con nosotros, se dirigen a él». Son esos micro machismos los que urge desterrar. Blas organiza la Subida a Escusa y desde hace dos años también la de Ponte Caldeas. Su hija, que forma parte de la escudería, asegura que «somos buenas organizando». Su iniciativa, que nació con Blas embarazada, ha ido creciendo en fuerza y en respeto. Lo que no hace es competir. No porque no pueda, sino porque no le gusta la competición. Ella prefiere mandar.

Como decían el otro día en las jornadas de Las mujeres que opinan son peligrosas, la entrenadora del Arxil también cree que «desta vai». Ella es perro viejo en el deporte, la más veterana dentro de la pista. La avalan más de treinta años en el baloncesto y el par de narices que el echó para fundar un club femenino hace tres décadas. Dentro de los pabellones se palpa la tensión de los partidos y con eso sale a veces el lado más visceral de las personas. «He visto como evolucionamos y como retrocedemos y duele. Cada vez que damos un paso adelante tenemos que seguir peleando, no podemos bajar la guardia», reconoce Maite Méndez, que lleva las riendas de un club femenino con más de 250 mujeres.

Ella conoce otra realidad. «Trato con mucha gente y parece que tenemos que estar llorándoles para que den un patrocinio, el baloncesto femenino está un nivel por debajo del masculino». Es de las que asegura que el machismo no son solo palabras, en la pista se siente a veces con las expresiones y las miradas que reciben. Maite se une a Lupe para animar a las mujeres a que cumplan sus sueños deportivos o laborales, pero que los peleen. «Yo no creo en las cuotas, la valía no debe ser una cuestión de sexo», señala. Pero lo es. Son pocas las entrenadoras que dirigen equipos femeninos y «son menos habituales en el staff técnico como el de la ACB».

Eso también lo vive Jenny. La capitana del Poio Pescamar es la más joven de la cuatro mujeres. A pesar de eso, lleva más de veinte años dándole patadas a un balón, muchos de ellos de forma profesional. «Era la única de mi clase que jugaba al fútbol y a la gente le extrañaba», asegura. Hoy, es la capitana de un equipo en Primera División y aunque «algo ha mejorado al profesionalizarse», cree que quedan mucho camino. Es raro que se encuentre un cuerpo técnico formado por mujeres. Ocurre como en cientos de empresas. «En eso aún estamos atrasados, se está cambiando, pero la cabeza visible suele ser un hombre», señala. En su caso, es Marcio Santos, que siempre habla en femenino.

Se ha avanzado bastante, pero los estereotipos todavía lastran la igualdad en un ámbito que ellas también contribuyen a hacer grande.