«Cada mes estaba en el hospital por las palizas»

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Una pontevedresa protagonizó una historia solidaria esta semana, que puso el foco en el calvario que antes vivió

04 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo ocurrió esta misma semana. Una mujer de Pontevedra, usuaria de Servizos Sociais, pongamos que se llama Sonia aunque este nombre no es real, se acercó hasta la Fundación Amigos de Galicia con una petición bajo el brazo. Necesitaba que le donasen un ordenador. Lo cuenta ella misma: «Hacía tiempo que no tenía trabajo estable, bueno, prácticamente no tenía trabajo, salvo hacer alguna hora de limpieza. Y empecé a buscar alternativas porque la verdad es que vivía una situación muy complicada económicamente hablando. Así que empecé a hacer jabones artesanos y a venderlos, pero enseguida me di cuenta de que necesitaba promocionarme en las redes sociales, de ahí que me fuera necesario tener un ordenador», explica.

El caso es que Amigos de Galicia lanzó un aviso de que urgía encontrar un PC. Y no solo apareció el ordenador. Una de las trabajadoras de la entidad contaba lo que ocurrió con la voz emocionada: «Una mujer decidió comprar un ordenador nuevo para esta persona y además, después de conocerla, se ocupó de que accediese a un trabajo». Efectivamente, Sonia está a punto de empezar a trabajar en algo relacionado con la limpieza. Está contenta. «Al fin hay un trabajo donde no me rechazan por la edad -tiene cerca de 40 años-, claro que estoy feliz». Sí. Está satisfecha. Pero llena de miedos. ¿Por qué? Porque su vida, hasta ahora, se cosió a golpes.

Sonia cuenta su historia sin descafeinarla. Y comienza con una frase que suena como una patada en el estómago: «Hubo un tiempo en el que de los 30 días del mes yo me pasaba quince en el hospital recuperándome de las palizas». Sonia recuerda con precisión de cirujano cómo empezó todo. No tuvo una infancia estable. No fue una niña plagada de cariño. Cuando creció y se hizo adulta, cerca de los treinta años, abrazó la felicidad al lado del que luego fue su marido. Parecía que todo iba bien. Y que entonces sí tenía alguien a quien querer y por quien ser querida. Pero nada era lo que parecía. Se dio cuenta enseguida: «Estando ya embarazada no llegó a pegarme, pero me puso tan nerviosa que acabé en el hospital. Íbamos en el coche, lo puso a 200 por hora y acabé con una crisis de ansiedad tremenda», cuenta.

Ya con la criatura en casa, empezaron los golpes. Una paliza, el hospital, la denuncia contra su marido, el juramento de él de que no volvería a pasar, ella perdonándole y ella retractándose de lo dicho a la policía. Otra paliza y otra vez la misma historia. Y así durante cinco años. «Mi dependencia era total. Yo le quería y no veía más allá de eso. Es más, me daba pánico que pudiesen mandarlo a la cárcel y me dejase sola». Dice que todo cambió el día que comprendió que no era la única víctima de toda esa barbarie. «Vi que también se ponía violento contra nuestro propio hijo y entonces reuní valor para parar todo aquello», cuenta Sonia.

Sonia se separó hace algo más de cuatro años. Interpuso denuncia y su pareja fue condenada. Dice que no llegó a entrar en prisión, pero que sí tiene una orden de alejamiento y no cuenta con régimen de visitas a su hijo. «Me di cuenta de que no cambiaba, de que no iba a cambiar nunca, y me separé. Ojalá lo hubiese hecho antes», asume esta mujer.

El miedo continúa ahí

Sonia reconoce que lo que vino después de la separación no fue fácil. Él siguió provocándole problemas, que ella denunció. Además, tal y como cuenta Sonia, él no le pasó ni le pasa pensión alguna a su hijo. Aún así, tiró para adelante. Lo hizo con sus trabajos esporádicos, sus jabones y una Risga. Reconoce que Servizos Sociais y las entidades benéficas estuvieron a la altura. Y que el apoyo del policía que «me protege diariamente» es y fue fundamental. Dice también que el otro día, a cuenta del caso del ordenador, le pareció que su vida se iluminaba. Que había lugar «para la esperanza». Puede que lo siente así. Aunque la mejor esperanza es ella misma. Lo tiene más que demostrado.

Nada más casarse, empezaron los golpes. Un lustro después dio el paso de separarse

Se separó hace varios años. Y su exmarido tiene una orden de alejamiento de ella

Pidió a una ONG un ordenador y le acabaron donando el PC y ayudándole a topar un trabajo