Es, parafraseando a Barricada, el juego del gato y el ratón. Desde hace décadas, fuerzas del orden y narcotraficantes se enfrentan en un gran tablero con objetivos contrapuestos. Si unos quieren introducir la droga en territorio nacional, los otros buscan impedírselo. En esta confrontación, los narcos apuestan por la innovación, pero ya no solo a nivel de técnica o tecnología, sino también en el ámbito de la estrategia. Así ocurrió el pasado mayo cuando se pretendía realizar un pase de 62,6 kilos de cocaína en mitad de la ría de Pontevedra.
Ahora la última apuesta de los amos de la droga es ocultarla bajo la línea de flotación de buques portacontenedores. La última operación desarrollada por la Policía Nacional posibilitó el decomiso de 380 kilos de cocaína de gran pureza en Algeciras que se hallaban repartidos en cinco bolsas de deporte alojadas en un conducto de ventilación situado en el casco de un barco. Tras este hallazgo, desde este cuerpo se incidió en que los investigadores advirtieron del «uso cada vez más frecuente de buques comerciales para el tráfico de importantes cantidades de cocaína con origen Sudamérica».
Con esta forma de proceder los narcos buscan esquivar los habituales controles en los puertos en los recalan las embarcaciones y que están centrados en el examen del contenido de los contenedores. Además, se valen de la dificultad que supone localizar los alijos, ya que es preciso emplear a submarinistas para inspeccionar el casco del barco.
Es lo que, por otro lado, ocurrió en Algeciras. «Los buzos de la Agencia Tributaria emplearon numerosas horas hasta que pudo finalmente hallarse el lugar exacto de la ?contaminación?», precisaron desde la Policía Nacional. Fuentes de este cuerpo precisaron que es método del que hasta ahora no se tenía constancia en España, así como remarcaron que podría ser empleado en cualquier puerto donde atraquen portacontenedores, como es el caso del de Marín.