El comercio antiguo lanza un SOS y pide que se ponga en valor su encanto

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

cedida

Señalan que en otras ciudades se buscaron fórmulas para preservar las viejas tiendas

24 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Pontevedra amaneció ayer soleada. Pero nadie lo diría si paseaba por la zona monumental y recorría sus comercios más antiguos. Ahí, la mañana era gélida, gris y plomiza. A todo el mundo se le iba nublando el día conforme se iba conociendo que A Casa dos Paraguas, «la de Ernesto», bajará su reja para siempre. Imperaba, a simple vista, el derrotismo y el pesimismo. Pero visitando negocios emblemáticos como la Ferretería Gallega, Casa Bravo, La Bienvenida o el ultramarinos El Cisne se constataba que quienes están al frente de estos negocios, casi siempre herederos de sus fundadores, están dispuestos a dar la batalla aunque corran tiempos «muy complicados». Quieren jubilarse en sus negocios y para ello piden algo: dicen que debería tenerse en cuenta el encanto de sus inmuebles, que consideran un patrimonio importante para la ciudad.

Eduardo Esteban, de La Moderna, que cerró porque caducó su renta antigua y porque tampoco podía asumir las exigencias para una nueva licencia sin que la tienda perdiese la idiosincrasia, indica lo siguiente: «Hay lugares donde se tuvo en cuenta el encanto de las tiendas, se sacaron normativas y se buscó la fórmula de que pudiesen seguir adelante sin exigencias que a veces son imposibles para locales tan antiguos». Desde Bravo, decían: «Facer obras nestes locais é imposible. Pídenche cousas que dificilmente podes asumir, así que apenas cambias nada».

«Creo que el negocio cerrará conmigo»

Jorge Casal regenta una barbería que abrió su padre en el año 1979. Es de los comerciantes más optimistas de la zona histórica. «Hay que ser positivo», dice. Eso sí, parece que no tendrá relevo: «Creo que el negocio cerrará conmigo».

«Nací en la tienda, y aquí resisto»

Begoña Dapena está al frente de un negocio que lleva abierto más de un siglo, siempre de la mano de su familia. «Nací en la tienda y aquí resisto. Espero estar toda mi vida laboral en la mercería», dice.

«Espero jubilarme aquí dentro»

Su local lo abrió su padre y un hermano en el año 1947. Ahora es responsabilidad de Miguel Araújo y de un primo. Dice que corren tiempos difíciles. Pero indica: «Espero jubilarme aquí dentro».