Rebelión musical a golpe de debate

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

cedida

Vencer el derrotismo: esa fue la conjura que se hizo ayer en el Foro Voz sobre música

23 feb 2018 . Actualizado a las 05:10 h.

Dice la frase hecha que la música amansa a las fieras. Y dice mal. Quedó demostrado ayer en el Foro Voz que tuvo lugar en el Café Moderno. Se trataba de hablar de música, de diseccionar con precisión de cirujano cómo están las cosas en el panorama artístico pontevedrés. Y para ello nada mejor que traer a auténticas fieras en la materia -no se asusten, que el diccionario dice que fiera también es una persona que destaca en determinado ámbito- y dejarlas hablar. Se sentaron como ponentes Bea Mazaira -vocalista de The Soul Breakers-, Laura Solla -guitarrista pontevedresa-, Diego Parajó -director del local de música del Concello de Pontevedra-, Arturo Delgado -músico pontevedrés-, Marcos Rivas -gerente de Karma y director de Surfing the Lérez- y Jordi Lauren -director del Sonrías Baixas-. Y el debate no defraudó. La música, lejos de amansarlos, los hizo coquetear con distintos estados de ánimos; desde el derrotismo inicial, al hablar de la falta de locales para tocar o el intrusismo de músicos no profesionales, a la conjura final de que hay que «traballar, traballar e traballar» y unirse para atrapar las oportunidades.

Los inicios, como todo el la vida, fueron duros. Carlos Pereiro, músico y periodista que hizo las veces de moderador, abrió el debate preguntando si en Pontevedra hay o no escena, es decir, si existe una especie de industria musical en la ciudad. Concluyeron, en un primer momento, que no. «Non hai músicos de Pontevedra que saian tocar fora, non os hai», decía Marcos Rivas. «Cada banda é un mundo, non hai conxunto, e tampouco hai moita continuidade nas propias bandas», indicaba Arturo Delgado. Mientras tanto, Diego Parajó hablaba en una línea similar pero, al hilo de su experiencia llevando la batuta de los locales de ensayo, advertía: «De todas formas, hai xente facendo cousas interesantísimas, algúns de forma máis profesional e outros menos».

Parecía que cundía el pesismismo. Pero tomó la palabra la joven guitarrista Laura Solla y las sensaciones cambiaron. Habló de su experiencia, de cómo empezó a tocar en Pontevedra cuando tenía trece años y cómo el año pasado se fue a Madrid a «buscarse la vida» y vivir de la música. ¿El secreto? Lo resumió con una sola palabra: «Valor». De valor y de hacerse valer también habló Bea Mazaira, que rompió una lanza a favor de que los músicos no traguen con todo: «Hai que dignificarse», sentenció.

La parte reivindicativa

Se habló de falta de espectadores, de la necesidad de más locales, de los problemas con las licencias para cafés conciertos o de la nueva ley que regulará, sobre todo, el mundo de los festivales. Y, al hilo de esta última cuestión, Jordi Lauren, director del Sonrías, abordó la necesidad de que toda la industria musical venza el derrotismo y pase de los problemas a las soluciones: «

Con respecto á lei, non podemos esperar a que nos pregunten, hai que facerse escoitar e listo

», señaló. Y remachó: «

Non esperemos a que nos traian nada, vaiamos nós a pedilo»

. Rebelión.