Un entorno muy concurrido, pero bastante descuidado

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

RAMON LEIRO

La calle posterior del pabellón tiene un campamento improvisado con coches en mal estado en los que vive gente

20 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Está a muy pocos metros de la zona vieja, pero parece estar a años luz en cuanto a limpieza y cuidado. El entorno del Pabellón Municipal y el Pazo da Cultura necesita un lavado de cara. A primera vista parece estar todo cuidado, pero no hay más que acercarse al aparcamiento detrás del pabellón, a la calle Fernández Cochón, para comprobar la realidad. Dos coches semiabandonados se han convertido en la vivienda improvisada de indigentes. Los vehículos están cubiertos y rodeados de todo tipo de materiales, como mantas, tablas, vallas o carritos. Con todo han cercado el entorno para convertirlo en su parcela. Y lo hace junto al aparcamiento de un pabellón, que acoge las escuelas deportivas de la ciudad y los partidos del Teucro, equipo que juega en la máxima categoría del balonmano nacional.

Al otro lado, otra parcela acumula restos de lo que fue otro campamento. Un vecino de Xeve se encarga de cuidarlo para evitar que sigan acumulándose restos, aunque el aspecto es muy descuidado. Entre la maleza se abre el camino que lleva a Pasarón. La imagen en cuanto empieza a subirse es casi peor que el olor. Restos de heces humanas en el medio del camino dejan patente que un tramo tan transitado en fin de semana está en las antípodas de la limpieza. «Paso por este camiño tódolos días e sempre está igual», señala una vecina que aparca a diario detrás del pabellón. Ella también reconoce que es territorio «comanche», algo descuidado, pero apenas quiere comentar nada más. Y es que la falta de atención se vive a ambos lados de la avenida de Compostela.

Urge limpieza

La zona más sangrante está detrás del pabellón, pero la fachada también llama la atención de los viandantes. Las aceras están en mal estado y al igual que el aparcamiento de tierra, cada vez que llueve se convierten en lodazales. Además, en este estacionamiento disuasorio la basura se acumula en los muros, al igual que por las rejillas de los desagües. Las hojas de los árboles han acolchado la canalización de aguas pluviales. Al otro lado de la calle, cruzando hacia el Pazo da Cultura, la situación sigue igual. Las vendedoras de verduras se quejan de cómo está el entorno en el que venden sus productos. Con las verduras dentro de las cajas, han ideado una especie de altillos sobre tableros de madera para evitar que el lodo estropee su mercancía. «Saca ben como está isto, mira como temos que traballar», decía Ángeles González, una de las vendedoras de verduras.

A pocos metros, varios matorrales esconden entre las raíces de sus plantas restos de botellas, latas y otros desperdicios, que nadie ha retirado. La papelera rota da buena imagen de como está un entorno en el que hasta han proliferado las ratas en los últimos meses.