El dirigente vecinal que desconecta a caballo y con el sacho

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

RAMON LEIRO

De niño jugó al fútbol y de mayor llegó a ser lateral derecho en Tercera. Acabó creando una liga de fútbol sala de funcionarios

06 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Lleva desde julio del 2015 como presidente de la Federación de Asociacións de Veciños Castelao de Pontevedra. Esa es quizá la faceta más conocida de Juan Manuel Loureiro Taibo (Catoira, 1964) porque es la que tiene más repercusión pública. Este defensor del movimiento vecinal al que no le gustan demasiado las fotos es una caja de sorpresas para quien no lo conozca. Sin duda. Compartir una caña con él da para tocar muchos palos, desde el fútbol al urbanismo, pasando por la política, el rural o el turismo en autocaravana.

A Juan sus padres lo educaron en gallego y, al igual que sus abuelos, le contagiaron ese amor por la tierra. «A miña avoa ía ás leiras. Miña nai tricotaba e cosía para unhas cooperativas de Vilagarcía, e meu pai traballaba nunha fábrica de mobles de cociña», cuenta. Estudió una diplomatura en Económicas que no terminó y entró en la Xunta por oposición. Es funcionario de la Consellería de Medio Ambiente y trabaja en el área de urbanismo. Desde el 2000 su puesto está en Santiago, aunque antes estuvo en Pontevedra en Agricultura y en el IGVS.

De su Catoira natal recaló en la ciudad del Lérez por motivos laborales. Y cuenta una anécdota. «A miña muller, Ángeles, sendo mozos non quería vir vivir para Pontevedra. Eu lle dicía que en canto poidera pedía o traslado para Vigo. Logo tivemos a filla, gustoulle a cidade e hoxe está encantada aquí». Su hija es Laura, que tiene 23 años, y el pequeño, que ya no lo es tanto, Sergio, de 18. «Son bos rapaces, non teño queixa».

Juan es de esas personas a las que le gusta su trabajo. ¿El urbanismo? «Si, encántame. Todo o que é a ordenación do territorio. Recordo que o día que empecei en Santiago chovía ata as trancas. Desde entón tiven tempo de vir para Pontevedra, pero estou ben alí». Combina el bus de la Xunta con el coche particular para desplazarse hasta Compostela. Compagina la presidencia de Castelao con la de su asociación, San Xosé de Campolongo.

Hace dos años y medio asumió la dirección de la federación de vecinos mayoritaria porque cree de verdad en el movimiento vecinal. «Teño devoción, aínda que pode ser de masoca total». Todos los días le dedica algo de tiempo y confiesa que su mujer está «ata a coronilla». Su mandato concluye en julio del 2018. Llegado ese horizonte temporal ya se verá qué pasa.

Al margen de esas ocupaciones, a Juan le encantan los caballos. Tuvo dos yeguas en una parcela de Bora. Una se murió y le queda otra, Magui. «Monto cada vez que podo. É un escape, unha desconexión. Calquera animal é agradecido, pero o cabalo...». Empezó a montar en una hípica que había en el lago de Castiñeiras. Y confiesa que su casa de Fernández Ladreda llegó a ser casi un zoológico. Tuvieron perro, gato, hámster, periquito, tortugas y hasta un conejo. Otra de sus pasiones es el fútbol. Y le tiró desde bien temprano. La culpa fue de su padre. «Meu pai era forofo. Era socio do Catoira, ademais de cazador, e ía con el. Despois cando xogaba nas categorías inferiores metíame no tren en Catoira e en Vilagarcía me viñan buscar». Su carrera como futbolista llegó hasta la Tercera División, donde fue lateral derecho en el Arosa. Una tuberculosis que le afectó al pulmón hizo que dejara el fútbol a ese nivel, aunque siguió jugando en Primera Regional. Pero el gusanillo no lo perdió. Lo cambió por el fútbol sala. Impulsó en 1993 una liga de personal administrativo de la Xunta, que después se abrió a otras administraciones, y que ha cumplido 25 años. Él la dejó, obligado por el menisco.

Él y su familia son amantes del cámping y del turismo de autocaravana. «Penso que a caravana é a mellor inversión que fixemos Ángeles máis eu». Su cámping de cabecera es el de Major (Sanxenxo) y ahora que sus hijos ya son mayores tienen intención de viajar más. «Estivemos en París hai dous anos e a verdade é que se disfrutan moito as viaxes así». La lectura es otra de sus aficiones. Dice que lee de todo, menos poesía. Es de los que siguen leyendo en papel y es capaz de simultanear varios libros a la vez. «Agora estou co Estatuto de Autonomía, quizais polo momento político actual, e O río da memoria, de Calros Solla».