Los expertos alertan de que las heladas incrementan el riesgo de incendios

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CARLOS CORTÉS

Desde Atrifoga defienden que los brigadistas intervengan en emergencias del rural

31 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de las imágenes del pasado años será la de la oleada de incendios del pasado octubre que, en la comarca de Pontevedra, tuvieron su zona cero en el municipio de Ponte Caldelas. Pese al tiempo transcurrido y que se han registrado ya algunas lluvias, desde la Asociación de Traballadores de Incendios Forestais de Galicia, Atrifoga, insisten en que no se puede bajar la guardia: «Las precipitaciones han sido mínimas, el porcentaje de humedad es bajo y persiste la sequía. Además, la aparición de heladas hace que se reseque más la vegetación, incrementando el riesgo de incendio», remarca Luis G. Sobrado, al tiempo que apunta que «una prueba de que el peligro persiste es que la Administración mantuvo la prohibición expresa de realizar quemas de restos agrícolas o forestales hasta casi principios de diciembre».

Los expertos coinciden al incidir en que el cambio climático ya se está percibiendo en la comarca de Pontevedra, donde se en el 2017 se tradujo en períodos de sequía más intensos y prolongados, lo que, a su vez, redunda en un incremento de la aridez de los terrenos. Es una realidad que también perciben en el seno de Atrifoga, donde apuntan que tales circunstancias contribuyen a que los montes tengan una mayor propensión a arder «por la acumulación de biomasa vegetal sin gestionar consecuencia del despoblamiento, abandono y de la falta de actividades agropecuarias en el rural».

¿Y a dónde conduce esta situación? A la desestacionalización del riesgo de incendios. El monte pontevedrés, tal y como se observó este pasado año, ya no se quema solo en período estival sino que también lo hace ya entrado el otoño o la primavera, mientras que el peligro persiste ya iniciado el invierno.

De hecho, cada vez son más las voces que aluden a una nueva tipología de incendios forestales, lo que, a juicio de Luis G. Sobrado, debería conllevar a un cambio en la estrategia de lucha contra el fuego que lleva a cabo la Xunta de Galicia. Esta nueva tipología, en ocasiones, deriva en grandes fuegos «que colapsan los sistemas de extinción y de emergencias», por lo que insisten en que se debe dar prioridad a medidas preventivas.

La prevención es el mejor aliado, sostiene un brigadista forestal, en la lucha contra las llamas, ya que contribuye «a reducir el riesgo y hace más sencillas las labores de extinción».

Críticas por los ceses

En este marco, Atrifoga se mostró muy critica con la decisión de la Consellería do Medio Rural de cesar a 436 trabajadores de tres meses el 12 de noviembre y a otros 626 -fijos-discontinuos de nueve meses- el día 30 de ese mismo mes. Mientras los primeros disfrutan de «un contrato temporal y precario que los mantiene ‘‘condenados a trabajar solo tres meses al año’’», empresas de gestión privada «están incorporando personal para participar en las labores de recuperación forestal de las zonas arrasadas», al tiempo que «siguen operando parte de los trabajadores de las bases y brigadas helitransportadas privadas y algunos Concellos mantienen brigadistas en sus plantillas».

Sobrado considera que uno de los cambios que se deben introducir en la política forestal es el concerniente a reforzar la presencia y labor de los operarios de los servicios públicos, «que son profesionales cualificados y que saldrían más rentables». Asimismo, considera vital que se amplíen las funciones que estos tienen que realizar abarcando cuestiones como las emergencias en el rural, algo que considera que está recogido en la normativa vigente. De este modo, «dado su conocimiento del terreno y su especialización en el ámbito rural, podrían intervenir en temporales como los vividos en el 2017, caso de Klaus, Ana, Bruno...», pero también en «accidentes, búsqueda de personas, catástrofes, calamidades...».

En todo caso, en opinión de Luis G. Sobrado, lo más inmediato en la actualidad es acometer «trabajos de consolidación del suelo y de recuperación de la cubierta vegetal protectora». De este modo, se evitará en Pontevedra la erosión y el efecto arrastre por las lluvias de las cenizas hacia los ríos, manantiales y rías, con el consiguiente riesgo de contaminación de las aguas, afectando a la flora, fauna y al resto de la biodiversidad.

Tiene claro que, entre los trabajadores cesados en noviembre, «hay personal técnico que puede dirigir y coordinar esos trabajos y bomberos forestales que pueden efectuarlos».