La dura vida de los pontevedreses en barcos prisión de la guerra napoleónica

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

RAMON LEIRO

Vecinos de la capital, Portonovo, Arousa y Vigo apresados en alta mar por los ingleses

19 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Eran sobre todo jóvenes. La mayoría prestaba el servicio militar en el momento en que los apresaron en alta mar. Hay también tripulantes de mercantes y en los listados aparecen las profesiones más variadas, zapatero incluido. Procedían de Pontevedra, Vilagarcía, Portonovo, Vilaxoán, Cangas o Vigo. Pasaron muchos meses -podían ser años- encarcelados, confinados en los estrechos límites de un barco anclado junto al puerto de Portsmouth en Inglaterra. Los más afortunados pudieron volver a casa. Eran moneda humana de cambio de los intereses de las grandes potencias europeas en conflicto. Los menos afortunados tuvieron otro destino: una tumba en el mar o una fosa sin nombre en tierra. Son los presos pontevedreses de las guerras napoleónicas. Un episodio olvidado por el gran público y que no ocupa ni una línea en los libros de texto escolares. Sin embargo, existieron. Su historia aún está por contar y de ella, y de los sufrimientos que conllevó, se pueden ver atisbos en los registros oficiales que algunas webs de genealogía han escaneado y puesto a disposición de sus clientes.

Es el 3 de mayo de 1805 y José Vila, pontevedrés de 22 años, es uno de los tripulantes de un pequeño barco en corso. De repente, en el horizonte aparece una vela. Es un buque de guerra inglés, más fuerte que el navío gallego. Sin opciones de victoria, el barco se rinde. José Vila será trasladado hasta Portsmouth, donde le espera un largo tiempo de preso hasta que es intercambiado por otros y puede regresar a España. En el entretanto, ha vivido una experiencia horrible. Si las prisiones de 1800 son dignas de una pesadilla, la vida en un barco prisión debía serlo aún peor. No sabemos si volvió al mar. Su ficha, como la de otros marineros, se conserva en Inglaterra. Sus captores apuntaron todo, desde su edad, altura, marcas y tatuajes hasta el color de ojos. Medidas precautorias por si escapaba y tenían que identificarlo.

El 30 de octubre de 1807 el San José de Ánimas, otro barco corsario con cuatro cañones, es apresado por una fragata. Cayetano Sechio, así transcribieron los ingleses su nombre pero a saber cómo era el apellido real, vecino de Portonovo de 23 años, es uno de los presos. Pasará dos años en un barco prisión hasta que sea liberado y regrese a una España en pie de guerra contra el invasor francés. Cosas que tiene la historia. El enemigo de ayer puede ser el aliado de hoy. Nadie sabe lo qué se le pudo pasar por la cabeza a este portonovés si alguna vez pudo regresar a su villa natal y tener que participar codo con codo con los ingleses en la expulsión de las tropas napoleónicas de Pontevedra.

José Barcia era soldado en 1807. No se sabe, porque en los registros no se aclara, si en servicio militar o de profesión. Este joven de 26 años y nacido en Pontevedra fue destinado a una América española acosada por los buques ingleses. Aparentemente su destino era bueno: Montevideo. Y no debió de irle mal hasta que la ciudad se vio asediada por un ejército inglés que descargó un infierno de pólvora y descargas de fusilería y cañón. La ciudad se rindió y el 3 de febrero de se año, este joven pontevedrés embarcó en las bodegas del Puissant. Una travesía de ocho meses lo llevó a Portsmouth. Allí, encarcelado en un barco prisión, languideció hasta que fue liberado en un intercambio de cautivos entre España e Inglaterra. Una historia más, entre centenares.

Arousanos y vigueses detenidos después de un fiero combate en medio del Atlántico

La Fama era una fragata española que levó anclas desde la América española a principios del otoño de 1804. Era parte de un convoy con otras dos y transportaba militares, pasaje, mercancías y tributos destinados a la metrópoli. El 5 de octubre de 1804 otros tres buques de guerra, mucho mejor armados, les hicieron frente. A los españoles les desconcertó la hostilidad de los británicos, porque pensaban que estaban en tiempo de paz. Plantaron cara al agresor y los británicos hundieron uno de los barcos. Los demás se hundieron y la Lively se encargó de custodiar a la Fama hasta Portsmouth. Allí les esperó un largo cautiverio a sus tripulantes.

En la relación oficial en Inglaterra, abundan los gallegos. Por ejemplo, Benito Cerello, marinero de 30 años y natural de Vilagarcía; Blas Fandiño, de 40 años y marinero de Cangas; Pascual Doade, zapatero de Vigo de 30 años; Luis Cabrera, otro marinero vigués de 30 años; Cipriano Sobriedo, marinero de Aldán de 40 años. Liberados tiempo más tarde, nunca se les indemnizó.