El cantar de ciego revive para anunciar el retorno a casa del pergamino Vindel

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Alfredo López

Esta joya de la literatura musical recoge siete cantigas de amigo de Martín Códax, seis de ellas con la melodía

06 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Pontevedra retornó brevemente al pasado y revivió la magia de los cantares de ciego, los cronistas de la época medieval que iban de pueblo en pueblo recitando hechos noticiables. Sin embargo ayer, lo que se anunciaba no era un episodio truculento o un suceso, más o menos, insólito, sino una buena nueva: la llegada del pergamino Vindel a Galicia, «a súa terra natal», recordaron en el entorno de A Ferrería.

«Importante foi o esforzo / que fixo a Universidade / para ter aquí esta peza / da nosa identidade», recitó Luis Correa, O Caruncho, acompañado de una zanfoña. Y no es para menos, fueron dos años los que duraron los trámites para conseguir que esta joya de la literatura medieval y «peza da nosa identidade» regresase temporalmente a las Rías Baixas. Además, se tuvieron que destinar doscientos mil euros para adecuar la sala del Museo do Mar de Galicia, en Vigo, donde permanecerá expuesta hasta el mes de marzo.

Será entonces cuando desande el camino que la trajo desde Nueva York, donde forma parte de la muestra permanente de la Biblioteca y Museo Morgan. Allí comparte espacio con tres biblias de Gutenberg, uno de los dos originales que se conocen de Le Morte d’Arthur impresos en el siglo XV o el manuscrito original de Ivanhoe, de Walter Scott, entre otras obras e incunables.

Pero, ¿cómo terminó el pergamino Vindel formando parte de esta colección? Su historia reciente se remonta a los albores de la I Guerra Mundial. En 1914, Pedro Vindel, librero especializado en obras antiguas, se lo encontró en un ejemplar del De officiis, de Cicerón: «No forro interior dun libro / durmía o documento / sen saber que ía ser / un grande descubrimento».

La obra fue adquirida por un diplomático, Rafael Mitjana y Gordón, en cuya biblioteca de la ciudad sueca de Upsala permaneció hasta su muerte en 1921. Sus herederos la vendieron y el pergamino Vindel pasó por diversas manos hasta que se puso a la venta en Londres en 1977, año en el que fue adquirido por la J. Pierpont Morgan Library de Nueva York. Allí descansaba en una urna especialmente acondicionada hasta que hace unas semanas regresó a la tierra donde fue concebido.

La importancia de esta pieza del medievo se encuentra en el hecho, ya no solo de que recopila siete cantigas de amigo de Martín Códax, sino que seis de ellas van acompañadas de la notación musical, la melodía. Junto al pergamino Sharrer, refiere la Wikipedia, el Vindel es la única muestra que se ha encontrado hasta la fecha de cómo era la música que acompañaba a la canción profana galaico-portuguesa medieval.