El Poseidón de las Rías Baixas

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

emilio moldes

El pontevedrés Diego Calviño, militar de profesión, ha situado el récord gallego de inmersión en 54 metros

04 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

De niño, Diego Calviño veía como su padre practicaba la pesca submarina a pulmón. Sin embargo, tendrían que pasar aún algunos años para que siguiese la estela de su progenitor. Esperó hasta el 2008 cuando el hoy sargento del batallón del Cuartel General de la Brilat tenía 21 años. «Pescábamos juntos», rememora echando la vista a aquella época.

Meses después, «ya llevaba un año o dos compitiendo en apnea», algunos compañeros de su club le comenzaron a hablar de una disciplina de la que hasta entonces nunca había oído hablar: la inmersión libre. «Comencé en el 2010, entrené un mes, fui al campeonato gallego y me salió muy bien. Me llamaron para el de España y a raíz de ahí ya fue el detonante».

Hace escasos días, Diego Calviño se hizo con el récord gallego de inmersión libre -«consiste en descender tirando por un cabo»- situándolo en 54 metros, al tiempo que logró un tercer puesto en el Campeonato de España en la especialidad. «Tardé dos minutos y ocho segundos, exactamente», apunta.

Por encima de él, dos canarios, mientras que el cuarto también era oriundo de esta comunicad. Es algo que tiene una sencilla explicación: «Con la temperatura del agua es difícil prepararlo aquí. En otros sitios, como Canarias, donde la temperatura del agua es más elevada y constante es sencillo. Aquí nos obliga a llevar un traje muy grueso -se lo facilita la firma Cressi, que lo esponsoriza- que nos obliga a llevar mucho más plomo. Lo máximo que he bajado aquí entrenando fueron 45 metros y bajar a esa profundidad con seis o siete kilos de plomo... Arrancar desde esa profundidad con tanto peso es muy complicado y el entrenamiento se hace muy duro».

Lo suyo tiene más mérito si se tiene en cuenta que hasta ahora nunca había competido en esta modalidad: «Hasta ahora solo había hecho pruebas de piscina. Este año fue mi debut en profundidad y no me salió nada mal».

Sin embargo, todo se compensa con las sensaciones que Diego Calviño percibe bajo las aguas. «Es difícil de explicar. Es soledad total. Es un viaje al interior de uno mismo, estás concentrado, no hay problemas, no hay nadie a tú alrededor. No hay nada. Solo eres tú y el mar. El estado de relajación al que podemos llegar no se puede conseguir de otra manera», apunta, al tiempo que alude a la película El gran azul.

La que muchos consideran como la biblia de los aficionados a la inmersión libre relata de forma, más o menos, ficcionada la rivalidad que mantuvieron Jacques Mayol y Enzo Molinari. «Es un poco la historia moderna de la apnea deportiva. Tenían un pique que les llevaba a ir batiendo récords poco a poco. Es la disciplina que se conoce como no limits -sin límites- y consiste en descender muy lastrado con un aparato llamado trineo. Una vez que alcanzas la profundidad deseada, se infla un globo y subes. Es más fácil bajar y subir, evidentemente, pero conlleva más riesgos porque los cambios de presión son mucho más rápidos».

Era una época en la que se creía que más allá de 50 metros no se podía descender -«los científicos decían que nos implosionarían los pulmones»- cuando en la actualidad el récord de España en la especialidad de Diego Calviño está en 75 metros. Y si se habla de no limits, este permanece desde hace una década en 214 metros, en el caso de hombres, y en 160, en mujeres.

En este punto, es inevitable hablar de los accidentes. El pontevedrés lamenta que se asocie con este deporte la leyenda negra de muchos ahogamientos que se producen en piscinas y playas. «Esto está muy estudiado. Para llegar a una determinada profundidad se supone que ya la he bajado antes, que la tengo muy dominada... No voy a ver cuanto bajo. En un campeonato, tú anuncias la profundidad a la que vas a descender y tú no puedes bajar más. Es mi limite y no puedo pasar, de tal modo que si algo va mal, doy la vuelta antes».

Insiste en que la «mala propaganda» de la apnea no es una realidad. «Si la haces con cabeza, si te adiestras en condiciones, entrenas progresivamente, los sustos no suelen llegar... Los accidentes normalmente le ocurren a profesionales que compiten a un nivel muy alto, juegan en otra liga... Son personas que están batiendo récords del mundo. Pero los accidentes no solo le ocurren a los que van al límite, le puede ocurrir a cualquiera», apunta, así como remarca que en la apnea recreativa son muy poco comunes los siniestros.

En todo caso, siempre puede surgir la duda de cómo vencer el momento en el que los pulmones y el cerebro empiezan a dar señales de que hay que alcanzar la superficie. Tras apuntar que se trata de un factor mayormente psicológico, Diego Calviño recalca que es algo por lo que pasan todos los apneístas. «Es lo que llamamos fase de lucha, que es donde surgen las ganas de respirar», apunta, así como matiza que es entonces cuando se busca una mayor relajación consciente de que «cuanto mayor sea la relajación, más larga será la apnea».