En Cesantes: «La única que coge el tren aquí soy yo»

m. o. VIGO / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

04 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En el apeadero de Cesantes el característico traqueteo del tren hace tiempo que cedió su protagonismo al canto de los pájaros y al zumbido de alguna que otra abeja mientras recoge el néctar de las zarzas que invadieron la marquesina. Hace años que el tren dejó de circular con frecuencia por esa vía. Solo lo hace dos veces al día, una en dirección a Vigo, a las 15.45 horas; y otra en dirección a Pontevedra, a las 18.20. Y allí, esperando con unas vistas privilegiadas a la isla de San Simón, suele estar Paula García. «Ojalá pasasen más, pero en este tren solo bajo yo y no me lo van a poner para mí sola», comenta convencida de que está cerca el día en que el ferrocarril dejará de pasar por delante de su casa.

«A mí no me molesta, ya estoy acostumbrada al ruido, pero a otros vecinos sí», explica la única pasajera que acostumbra a coger el tren a Cesantes. Ella podría ser la única que mantiene vivo el registro de un apeadero que mueve solo doscientos pasajeros al año.

«Con los coches ahora ya nadie va en tren», lamenta. Ella lo usa regularmente para ir a Vigo a hacer recados o «ir al médico». Sin embargo, el horario, solo de tarde, no le ayuda.

«También pasa a veces el tren turista», puntualiza. El entorno bien lo merece. Las vías surcan un mar de huertas, que de vez en cuando ceden protagonismo a un puñado de casas unifamiliares que el ferrocarril prácticamente atraviesa. Todo un lujo para los turistas que van en el vagón, que pueden fascinarse con el paisaje de la ensenada de San Simón o impresionarse con el arduo trabajo de las abuelas recolectando sus tomates y lechugas.