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carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

La ciudad ofrece seis bibliotecas públicas con todas las opciones posibles: frescas, luminosas, grandes, modernas o céntricas

04 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las hay grandes y pequeñas, ruidosas y en las que crujir los dedos puede salir caro, soleadas y frescas, y nocturnas, de fin de semana y solo diurnas... Si quiere estudiar, en Pontevedra no tiene excusa. Solo salas de estudio la ciudad cuenta con cinco públicas (facultades de Ciencias Sociais y Belas Artes, la Uned, la Escola Oficial de Idiomas y la Antonio Odriozola), y una sexta, la del Archivo Provincial, restringida para investigadores. Entre todas forman un mosaico completo de posibilidades para que cada uno elija la suya. Casi a la carta.

La mayor parte de los universitarios y estudiosos ya han hecho su apuesta y tiene nombre y apellidos de la Universidade de Vigo. La centralización de las bibliotecas del campus de Pontevedra en la facultad de Ciencias Sociais justifica que sea la más amplia tanto en tamaño como en horarios: tiene 300 puestos y abre de lunes a viernes de 8 a 22 horas, excepto en épocas de exámenes -desde el 22 de abril hasta el 1 de junio-, que se prolonga hasta las 3 de madrugada y los fines de semana de 8 a 22 horas.

Es la única, junto a la autonómica, que abre los sábado por la mañana. Las otras tres dependen del horario de apertura de sus respectivos centros en jornada laborable. La de la universidad a distancia, por ejemplo, lo hace un poco más tarde que el resto, a las 10 horas. Y todas cierran a las 21 horas, un poco temprano a juicio de los estudiantes que se encierran en ellas cuando se acercan los exámenes. Sin llegar a la nocturnidad de Ciencias Sociais, sí echan de menos una pequeña prórroga para aprovechar la jornada hasta la medianoche.

¿Centro, o con párking?

Y, si la facultad de Comunicación tiene la ventaja de tener párking suficiente para facilitar el acceso de los usuarios que viven en las afueras, o incluso en otros municipios, su prima hermana, también de la UVigo, la de Belas Artes -con 108 plazas-, se apoya en su proximidad para atraer estudiosos. Levanta en el otro lado de la balanza el peso de estar situada en un ático, con las temperaturas que conlleva durante el verano. Hay aire acondicionado, sí, «pero no veas el ruido que hace», matiza una joven que prepara allí sus oposiciones de Secundaria. Es una de los muchos estudiantes de carreras ajenas a la artística que allí se imparte.

Algo similar ocurre en la de la Uned, donde se dan cita exalumnos y opositores para beneficiarse de la luz natural que entra a raudales por las ventanas. El silencio es casi absoluto, igual que en la EOI, con decenas de plazas y más usada para consultas y préstamos que para estudio. También la Antonio Odriozola, condicionada por el trasiego de los usuarios.