Crisis a la carta en Pontevedra

LA SEMANA DE EUGENIO GIRáLDEZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Capotillo

Miguel Anxo Fernández Lores produjo un reajuste de gobierno cuando más le convino por calendario y pillando por sorpresa a la oposición municipal

23 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Miguel Anxo Fernández Lores ha producido una crisis de gobierno cuando menos se esperaba y, sin embargo, cuando por calendario más le convenía. Ha sido una crisis a la carta que como su reciente anuncio de volver a presentarse a comicios en 2019, ha cogido desprevenida a la oposición. El alcalde ha reajustado su gabinete con la intención de redistribuir ocupaciones entre sus concejales, que siguen siendo los mismos que hace una semana. No hay ceses ni dimisiones. No se prescinde de nadie.

El regidor es consciente de que el anterior reparto de responsabilidades generaba déficits en la gestión y dejaba flancos atacables. Por eso en sus declaraciones públicas ha hablado de «un cambio profundo» que significa lo mismo que reconocer implícitamente que determinadas parcelas de la gestión municipal estaban fallando. Aunque Lores no lo admitirá por principios.

Además en el gesto del regidor hay un aviso añadido, particularmente dirigido a los dos concejales de Marea Pontevedra: «si no queréis pactar una coalición, procedo en solitario» dice el mensaje de Fernández Lores a quienes parecían más cercanos a negociar alguna fórmula de colaboración con el BNG que requiriese entrar en el gobierno. Ahora ya queda claro: de aquí a 2019 no habrá un gabinete municipal de coalición. Aunque seguro que seguirán produciéndose acuerdos puntuales como el que permitió salvar la aprobación del presupuesto anual.

Meridiano de la legislatura

Lores parafraseó aquello del dream team que se decía del Barça de Cruyff, para acuñarlo como sobrenombre de su primer gabinete allá en 1999. El núcleo duro de colaboradores del alcalde sigue siendo el mismo, pero 18 años después resulta evidente que no se puede mantener incólume el reparto de responsabilidades debido al desgaste de unos y las ocupaciones añadidas de otros, obligan a reorganizar roles.

Están a punto de cumplirse dos años desde las elecciones municipales. Para Lores ha sido el momentum. Una vez que ha confesado que volverá a presentarse para optar a un sexto mandato, ha decidido propiciar una crisis de gobierno que nos indicará quiénes y cómo se colocarán a su alrededor en la próxima candidatura.

La primera impresión que rezuma de la recomposición de fichas que ha operado el edil nacionalista es que dos pesos pesados de su gabinete pasan a tener un papel de comparsas por su evidente dispersión, si no desatención de las tareas que tuvieron asignadas. En nombres propios, César Mosquera y Luís Bará. Aunque ambos mantienen su condición de concejales, los meses transcurridos evidenciaron que uno y otro están abstraídos por sus respectivas responsabilidades. Mosquera es el hombre clave en Diputación, donde su posición permite al Concello negociar en condiciones ventajosas con la presidenta Carmela Silva en cuestiones de colaboración institucional. Pero a cambio, Mosquera ha desatendido sus tareas como munícipe y resultaba insostenible que pudiera mantener el paquete de delegaciones que tenía asignadas.

Del mismo modo Luis Bará, desde su incorporación al Parlamento de Galicia como diputado, ha decaído en su papel como «superconcejal» que llegó a acumular la mayor cantidad de áreas de gestión del actual gabinete. Lores y Bará decidieron que el flamante parlamentario autonómico siguiera vinculado al Concello, pese a la doctrina imperante en el BNG. Ahora se ha comprobado que las tareas de Luis como segundo de a bordo de Ana Pontón en la cámara gallega, menoscaban su atención en los asuntos domésticos.

«La mano del rey»

De los tres concejales del BNG que por años de convivencia política con Lores, por experiencia y rango han sido su guardia pretoriana, solo Raimundo González Carballo sobrevive con su estatus intacto. Mantiene su ascendente sobre Fernández Lores y se consolida como el concejal más importante del actual gabinete. Incluso fortalecido tras este reajuste frente al evidente debilitamiento de Mosquera y Bará. Por el contrario, el edil de Economía y Hacienda que además ejerce la portavocía del gobierno municipal, se refuerza al recibir todas las atribuciones de contratación, ya sean obras como servicios y contratas. En cualquier administración pública, semejante responsabilidad otorga una influencia prevalente. En el Concello de Pontevedra con la renegociación en unos casos o la nueva adjudicación en otros, de jugosos contratos como las concesiones del agua y las basuras, ¡qué decir! Raimundo ha sido investido por Lores como «la mano del rey», si se me acepta el símil de Juego de Tronos.

Da Silva, manija del grupo

Y Carmen da Silva pasa a ser «la manija» del grupo, como en el fútbol, el centrocampista que canaliza el juego de todo el equipo. Del reajuste obrado, se deduce que Lores le traspasa la coordinación del grupo de concejales que ahora resulta más dispar y menos homogéneo que en mandatos anteriores. La papeleta es más compleja debido a la dispersión de algunos, la fatiga de otros y la bisoñez de unos pocos.

Resulta indicativo del cansancio que algunos acumulan, el intercambio de papeles entre Carmen Fouces y Anxos Riveiro, todo un trasvase de «ministerios» sin precedentes en el Concello.