Un acceso lleno de vida pero con carril bici y senda desteñidos

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Pese a que solo pasó un lustro de su inauguración, la zona reservada para bicis, antes roja, ahora ya es gris en algún tramo

07 abr 2017 . Actualizado a las 05:05 h.

Corría el año 2011. Solo unas horas cuantas antes de que las campanadas de Fin de Año sonasen, a golpe de 30 de diciembre, una legión de vecinos de Monte Porreiro y Lérez así como una larguísima comitiva política en la que no faltaban ni Ana Pastor, Núñez Feijoo, el alcalde Fernández Lores o Rafael Louzán recorrían el nuevo puente de Monte Porreiro. Quedaba así inaugurada una infraestructura viaria clave. Pero también una nueva oportunidad para demostrar que en Pontevedra peatón y ciclista tienen su peso propio en las infraestructuras. No en vano, el tramo de carretera que se hizo desde la rotonda de Médico Ballina hasta Monte Porreiro incluyó un carril bici y una senda peatonal. Pasaron cinco años desde entonces. Ese camino para peatones y esa vía para ciclistas están llenas de vida. Pero han desteñido... mientras que antes eran rojas, ahora el gris se impone en algunos tramos. Dicen quienes la transitan que «duró poquísimo con el rojo».

Empezamos en la rotonda de Médico Ballina. Ahí, ciclistas y peatones tienen un cómplice para los días de calor: una fuente en la que poder beber. El cartel pone que el agua es potable. Pero está un poco borrado. Y no vendría mal renovarlo para evitar dudas. Al principio, al llegar hasta el convento de Lérez, tanto la senda peatonal como el carril bici lucen impecables. No perdieron el color y se camina o se pedalea por ellos sin problema. Lo cuenta un hombre que suda la camiseta a pie a las cuatro de la tarde de ayer, bajo un sol de justifica. Es italiano y se llama Adriano. «Hago este camino todos los días, me gusta mucho sobre todo porque tiene subidas y bajadas, es divertido», explica. Mientras habla, los coches no dejan de pasar. ¿No se cansa de caminar pegado al asfalto y a tanto automóvil? «No, es entretenido», insiste.

Tras pasar el convento, empieza el desteñido. El carril bici y la senda están prácticamente borrados en algunos tramos, con lo que el conductor podría despistarse. Aunque ayer apretaba el sol, enseguida aparecían varios peatones que hacían hincapié en el tema del colorido del suelo: «Duró poquísimo esto bien pintado, deberían arreglarlo», opina un chaval que hace ejercicio a diario por esta zona.

Dos rotondas

Más allá de la capa de pintura, cabe destacar que quienes cojan este carril bici del acceso a Monte Porreiro son conscientes de que hay dos puntos donde no es fácil manejarse, por ejemplo, si se va en bici con niños. No en vano, existen dos glorietas bastante transitadas, la del convento y en la que desemboca el carril, a la entrada a Monte Porreiro. Una vez ahí, puede tomarse la opción de coger el carril bici de la senda del Lérez. Ahí sí, el camino se antoja más fácil si los pequeños de la casa quieren recorrerlo. Ayer, por esa zona, yendo hacia la playa fluvial, en cinco minutos podían verse hasta diez ciclistas. Unos iban por el carril bici. Otros, sin embargo, por el otro lado de la carretera.