Pontevedra despide el entroido con el multitudinario entierro de Ravachol

Elena Larriba García
Elena Larriba PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Pontevedra se puso de luto para llorar al loro como traca final de las fiestas

05 mar 2017 . Actualizado a las 14:08 h.

Unos dicen que murió electrificado, otros de frio, víctima de la pobreza energética, y algunos rumores apuntaban también a una intoxicación por inhalación de monóxido de carbono de un brasero. Sea como fuere, Ravachol llevó al extremo su crítica contra las eléctricas y el Gobierno estatal por el «tarifazo» de la luz, acorde con el disfraz que lució este año.

¡Morreu Ravacholiño!. La trágica noticia del óbito del loro corrió ayer como la pólvora. Pronto llegaron los lamentos y, aunque desde hace ya unos años cada vez menos gente se anima a vestirse de negro, Pontevedra se puso de luto para despedir el entroido y a su personaje más emblemático después nueve días de fiesta.

A las 12 de la mañana empezaron a llegar las primeras condolencias a la botica de Don Perfecto Feijoo, la antigua morada del pajarraco recreada en la Praza da Peregrina y cerrada por defunción. Allí se dieron cita relevantes personajes, clientes y tertulianos amigos del boticario, impecablemente vestidos para la ocasión.

A media tarde comenzó el velatorio de Ravachol en la sala mortuoria instalada en la Praza da Verdura, por donde fueron pasando numerosos pontevedreses para expresar su sentido pésame y firmar en el libro de condolencias. El Concello y CCU Zona Monumental enviaron dos coronas de flores al finado.

El bullicio callejero empezó a aumentar a medida que se acercó la hora de salida del cortejo fúnebre, que partió sobre las nueve de la noche de A Verdura con una escolta de siete comparsas. Viudas afligidas, caballeros y damas del pasado desconsoladas, falsas autoridades civiles y eclesiásticas y demás deudos, acompañaron en su último viaje a Ravachol por las calles del centro histórico hasta la Praza da Ferrería, donde tuvo lugar la «Velada Infausta», como se bautizó hace más un siglo el homenaje que recibió el loro en la historia real.

El espectáculo necrológico incluyó una elegía al finado, la danza de la muerte interpretada por Celme, una saeta de Val de Lérez y otras actuaciones, que concluyeron con la incineración de Ravachol. Su volatilización entre las llamas fue seguida por miles de personas.

Las manifestaciones de duelo continuaron en los locales de diversión hasta la madrugada, donde buscaron consuelo los afligidos seguidores de Ravachol, que el próximo año resurgirá de sus cenizas como el Ave Fenix.