El barrio de casitas de muñecas donde ya no juegan los niños

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Los vecinos están contentos con la estética de colorines de sus casas, pero les apena que no vivan más jóvenes en la zona

18 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Fueron una barriada de «casas baratas» del franquismo, levantada en los años 50. Pero, en el 2012, a golpe de brocha y pintura, se convirtieron en algo mucho más bonito; en un diminuto barrio de casitas de muñecas en medio y medio de la ciudad. En ellas, en una tarde como ayer en la que el sol se mecía en sus ventanas, parece que el tiempo pasa más despacio y la urbe se vuelve más armoniosa. Sin embargo, pese a su coquetería, esta zona pasa bastante desapercibida. «No tengo ni idea de donde están esas casas de colores», señalaba ayer una chica que vive a pocos metros, en Loureiro Crespo. Pero no a todo el mundo le pasan por alto. Irene, por ejemplo, se fijó bien en ellas. Es de Granada y, hace unos meses, buscó por Internet piso en Pontevedra para hacer un curso en Bellas Artes. Se enamoró de una de esas casitas y ahí vive junto a otros estudiantes. «Es pequeñito pero muy bonito», cuenta sobre su hogar. Irene y sus compañeros son de los pocos jóvenes que residen en Os Salgueiriños. Y esa, precisamente, esa la cruz del barrio; lo envejecido que está.

Casa a casa, uno va confirmando que la mayoría de los residentes -salvo algunos pisos que se alquilaron a jóvenes- son mayores; vecinos de toda la vida que están contentos con la remodelación que impulsó el Concello para que sus casas luzcan de colores y cuenten con servicios del siglo XXI como el del gas o la fibra óptica. Dolores, que ayer andaba apurada porque iba al dentista, es una de esas mayores que lleva toda la vida ahí: «Yo estoy muy contenta. Pero antes había muchos niños correteando, y eso era muy bonito... ahora niños no se ven ya», dice. Y algo parecido cuenta Asunción. Para ella, una de estas casitas fue su primera vivienda de casada. Hace unos años la dejó y se fue a un piso. Pero volvió: «Me gusta más esto, aquí abro las ventanas y hablo con los vecinos», cuenta.

Ascensores y aparcamientos

¿Y qué dicen los residentes del mantenimiento que tiene la zona’ La mayoría están contentos. Pero todos subrayan una carencia: «Antes se podía aparcar delante de las viviendas y luego, cuando se hizo la rehabilitación y se prohibió, nos dieron una licencia de residentes y aparcábamos en los terrenos de ahí detrás, donde Mercadona, pero luego la suprimieron y ahora te tienes que buscar la vida por la calle. A veces para la gente mayor eso es un problema», señala Rubén, que vive en Salgueiriños desde siempre. Otra de las cosas que echan en falta los vecinos es, sin duda alguna, los ascensores. Las casas son de bajo y primer piso, y a los que tienen los inmuebles arriba no les queda más remedio que subir por las escaleras. «Mi abuela por ejemplo ya no sale a la calle. Ella está con oxígeno y con las escaleras pues es imposible que pueda bajar, solamente lo hace si va al médico», señalaba una joven que no vive en el barrio pero acude todos los días.