El empresario que tiene una fábrica de artistas

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

RAMON LEIRO

«No hay límites», esa es su máxima a la hora de crear espectáculos. Hoy actúa en la cabalgata de Pontevedra

05 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Pablo Méndez dice que es una persona capaz de convertirse en todo aquello que exija el guion. Le sale la frase de la boca así de corrido, rápidamente y con sonrisa, en una mañana en la que la entrevista le coge totalmente por sorpresa. Está en la nueva nave que ocupa su compañía Pablo Méndez Performance, que se anuncia a la entrada «como una fábrica de artistas». En ese momento, no hay mucho personal pululando por el local, ubicado en la subida al hospital pontevedrés de Montecelo, pero sí atrezo suficiente para que uno se haga a la idea de qué va la cosa. Está por ejemplo un enorme dragón azul, unas burbujas de cristal gigantescas o un ojo hinchable de tamaño superlativo y pintado de forma tan real que uno llega a pensar que por ojos como ese fue por los que Machado escribió «el ojo que ves no es ojo porque tú le veas, es ojo porque te ve». También andan por allí los hijos de Pablo, que van y vienen correteando de un lado a otro. Hay un pintor dándole vida a un grafiti. Y, lógicamente, está también Pablo con su sonrisa puesta, que da la impresión que en él viene de serie.

Acepta la entrevista al minuto. Abre su currículo en canal al momento sin hacer preguntas. Va a empezar contando lo que hace por medio mundo su compañía, que por cierto es la que se encargó de que sobrevolasen burbujas sobre el cielo vilagarciano en las campanadas matutinas o la que hoy pondrá espectáculo al por mayor en la cabalgata pontevedresa. Pero uno le obliga a retroceder en el tiempo. A empezar por el principio.

Cuenta Pablo que nació en Rubiós, un lugar de As Neves, hace menos de cuarenta años. Señala que viene de una familia de músicos. Tiene abuelos y más familiares que tocaron en bandas. Con semejante genética, no es de extrañar que él probase que era eso de ser artista con solo cinco años. Lo hizo en el grupo de baile Chan dos Casteliños. A los nueve, pasó ya a la banda de música de Rubiós, donde empezó a tocar el saxofón. Cuando tuvo edad de trabajar, también encaminó sus pasos hacia la música. Tocó y bailó en un buen número de orquestas. «Aquel mundo era durísimo. Eran moitísimas horas de estrada, de actuacións... era complicado», cuenta. Tenía entonces veinte y pocos años y muchas ganas de seguir comiéndose los escenarios.

En medio mundo

Se apeó de las verbenas y pasó a hacer actuaciones en discotecas, eventos... Lo que surgía. Con su ahora expareja, montó el Ghotic Circus en Pontevedra, una exitosa escuela de artes escénicas. A la par, comenzó con la compañía Pablo Méndez Performance. ¿Qué hace? Es difícil y a la vez sencillo explicarlo. En la web de la firma dice que todo se resume en tres palabras: «No hay límites». Y puede ser que sea así.

La historia es que da igual qué tipo de espectáculo les encarguen. Lo mismo hacen números con grúas, con fuego, con robots, con acróbatas o con lo que se tercie. Actúan en todo tipo de eventos, desde presentaciones de marcas y productos -trabajaron para el Celta de Vigo, BMW o Estrella Galicia, por poner tres ejemplos-, a actos multitudinarios -estuvieron en el Orgullo Gay de Viena o en una de las fiestas que se organiza tras los Grammy en Las Vegas- y tampoco se pierden celebraciones clásicas en su tierra, como la cabalgata pontevedresa de hoy o la Feira Franca. Recorrieron medio mundo. Desde Angola a Francia pasando por Marruecos o Turquía. Amén de todo el mapa nacional. Pablo es el que dirige el grupo, que en ocasiones llega a veinte personas. Pero él también actúa; «Son como o pallaso do circo, que fai de todo. Dende descargar material ata actuar, converterme en robot, nun pallaso ou organizar...», asevera él.

Autodidacta convencido de que la experiencia es la madre de la ciencia, asegura que puede estar 72 horas al pie del cañón sin perder la sonrisa. Su ceño solo se frunce cuando toca hablar de lo que exige el guion más importante del mundo: no el profesional, el vital. Entonces, cuenta que no cenó en casa en Nochebuena. Y que en Fin de Año ni siquiera se sentó a la mesa ni comió las uvas. «O de Fin de Ano foi un día tremendo. Fixemos o espectáculo de Vilagarcía ás doce da mañá, collín un voo a Málaga, fun en coche ata Sevilla e púxenme a preparar o espectáculo da noite. Non houbo tempo a nada. E si que de repente pensas... nin sequera comemos as uvas». Se le pregunta si nunca desfallece, si el guerrero no necesita descanso. Y responde a lo Mercury: «O show sempre debe continuar».

yo me veo

«Eu creo que son unha persoa positiva, capaz de traballar durante 72 horas seguidas sen agobiarme. Tamén me enfado moitas veces, porque son bastante perfeccionista»