Una metrópolis sin coches

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

PONTEVEDRA CIUDAD

19 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Estuve unos días en Estrasburgo. Era la enésima vez que visitaba la ciudad, pero ahora, con otra mirada. Con medio millón de habitantes en la comunidad urbana, formada por 27 municipios, su área metropolitana alcanza un millón de habitantes. Y esa es la población funcional, y esa es la cifra que cuenta para posicionar la ciudad. Aquí seguimos con los minifundismos municipales y las fusiones políticas.

La ciudad francoalemana es una de las tres ciudades europeas que, sin ser capitales nacionales, son sedes de grandes organizaciones internacionales. Las otras dos son Ginebra y Fráncfort, las tres muy cercanas, que forman un triángulo estratégico y que constituyen un excelente referente para nosotros como modelo de ciudades medias. De las muchas diferencias patentes, me centraré en una sola: en Estrasburgo apenas se ven coches circulando, ni tampoco aparcados. La superficie verde multiplica por mucho la superficie de aparcamiento. El centro histórico y el área comercial central están peatonalizadas, pero en el resto los ciudadanos usan poco el coche. La explicación es triple. Como en tantas ciudades europeas, la bicicleta es un medio muy utilizado; una red de tranvías modernos, rápidos y económicos une el centro directamente con todos los barrios; y, además, una red de ferrocarriles de cercanías comunica la estación, situada junto a la zona comercial y la histórica, con el resto del área metropolitana.

Una situación que contrasta con la movilidad en nuestras ciudades, que, salvo Pontevedra, están atosigadas y agredidas por el automóvil. Sería importante anticipar en lo posible este ideal urbano, para reducir la brecha que nos separa del modelo de ciudad media sostenible y que, más que una utopía, es ya una realidad en tantos lugares.