El centro que ayuda desde la cuna y deja a los padres sin palabras

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

«No logro contarte lo que siento. Es algo inmenso», dice Carmen, cuyo hijo, con parálisis cerebral, echó a andar en este aula

02 dic 2016 . Actualizado a las 11:33 h.

Lo cuenta Carmen del Río, madre de un crío de Pontevedra diagnosticado con parálisis cerebral, y lo explican muchos otras familias que tienen niños con necesidades especiales. «Al principio te vuelves loca, no te quieres creer lo que te dice el médico. Vas a otros médicos, buscas aquí y allá... Te gastas un montón de dinero para que todos te digan lo mismo, para que te confirmen el diagnóstico que nunca querrías escuchar», cuenta ella, recordando el momento en el que, cuando su pequeño tenía dos años y medio, le dijeron que no iba a andar y quizás tampoco hablar. Luego, añade ella, llega el momento en el que uno no sabe a qué sitios ir, en qué lugares le pueden ayudar. El caos suele meterse hasta la cocina de estas familias. Para poner un poco de orden, para ayudar desde el minuto cero, nació el centro de desarrollo neurológico infantil y de atención temprana Primeros Pasos de Amencer-Aspace. A Carmen, que abre en canal sus sentimientos con facilidad, sin embargo, no le salen las palabras para explicar lo que supuso esta iniciativa en la vida de su querido Hugo: «Entró aquí sin andar y ahora anda. No logro contarte lo que siento, es inmenso», dice ella.

Aunque María, responsable de la sección, cuenta bien qué se hace en esta unidad dirigida a niños de 0 a 6 años con trastornos neurológicos o psicomotrices, retrasos madurativos o diagnósticos sin determinar, nada mejor que ver lo para entenderlo. El centro cuenta con tres zonas distintas, una para fisioterapia, una para logopedia y una tercera es la zona ocupacional. A los padres que llevan allí a sus hijos los reciben unos ventanales que miran a las aulas. «Queríamos que fuese muy abierto. Cuando un padre deja a un niño en una guardería ya lo pasa mal... Imagínate en el caso de un niño con necesidades especiales, así que está todo abierto para que las familias, desde fuera, puedan ver lo que hacen los pequeños y para que puedan implicarse en las terapias», dice Mónica.

Ya dentro, en el primer aula, María hace fisioterapia con el hijo de Carmen, Hugo. Bueno, en realidad tendríamos que hablar del vampiro Clodomiro. Porque es cuando fantasea con ser ese personaje cuando Hugo, que nació prematuro y tiene una parálisis cerebral que afecta a su aparato motor, levanta los brazos y da pasitos. Carmen, la mamá, desde la puerta, no llora al verle. Ya se ha empezado a acostumbrar a que Hugo, el niño que le dijeron que no saldría de cama, ande.

En otra estancia, otra de las fisioterapeutas, Sara, trabaja con una niña. Lo hace a través de un juego digital, ya que las nuevas tecnologías son uno de los pilares de esta unidad. También todo lo relacionado con la sensorialidad. Y con los colores. Hay un aparato donde se recrea la protección que debe sentirse en el útero materno. Podría hablarse largo y tendido de los recursos con los que cuentan. Pero no hace falta. La felicidad de Hugo, el crío metido a vampiro, lo dice todo.