El hombre feliz que hay detrás del «ei güendy gel»

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

RAMÓN LEIRO

El marinero de Combarro que arrasó en YouTube con una versión enxebre de AC/DC es un artista integral

22 sep 2016 . Actualizado a las 14:22 h.

Suena a frase hecha, pero hay personas a las que uno no puede dejar de decirles: cuando sea mayor quiero ser como tú. En Combarro hay dos seres de este tipo, un hombre y una mujer, un matrimonio, felices con la vida que tienen. Una vida que seguramente tendrán los sinsabores de tantas otras. Pero ni se nota. Porque ellos son de los que ponen blanco sobre negro. Se llaman Vicente y Lola y ofrecen un dos por uno de buen humor. Él, además de ser un imán de alegría, es una enciclopedia de curiosidades. Contemos la primera: se hizo famoso en el 2010 con una versión enxebre e irreverente de AC/DC en la que de su garganta salía algo así como un «ei güendy gel». La cantó como reclamo publicitario para el Armadiña Rock. Y fue un éxito. El vídeo, que tiene 62.000 visitas en YouTube, era brutal. Y la persona que hay tras él, desde luego, no le va a la zaga.

Recibe Vicente en su santuario; la planta baja de su vivienda, en la que su tiempo de jubilación se ha convertido en colorista arte de galpón. Resulta que Vicente no es capaz de estarse quieto con las manos ni siquiera cuando ve un partido de fútbol que le gusta y su equipo se disputa la victoria. Aún en esa tesitura, necesita acción. Así que coge hilo y redes de pescar y crea. ¿Qué hace? De todo. Desde decorar jarrones, botellas y cualquier otro derivado de vidrio a bolsos, pulseras o collares pasando por cinturones. Todo con material pesquero y de colorines. Cuando se cansa, cambia de tercio. Y convierte piedras y palos que encuentra en el litoral en fauna marina. Tiene un caballo de mar, un besugo, un pez al que cada uno puede llamarle como quiera... La creación no tiene límites para él. De momento, le coge todo en su almacén. Sobre todo, porque es generoso. «Gústame regalar moitas cousas, se a alguén lle gusta algo sempre llo dou», cuenta. «Fíxome un bolso branco con fío e fun á verbena a Campo Lameiro e xa mo querían comprar», añade Lola.

Luchando contra el chapapote

Están hablando ambos de cómo se le ocurrió hacer unas bateas en miniatura que cuelgan del techo y, de pronto, se le viene a la cabeza la llamada de teléfono que recibió de unos mejilloneros una noche:

«Eu xa estaba na cama, e chamáronme desesperados dicíndome que había que parar o fuel do Prestige, que nos entraba na ría. Funme alá e inventei unha barreira cunha rede do cerco. E parámolo. Vaia se o paramos».

El recuerdo de aquellos días, de su barco en tierra y la impotencia en el cuerpo, le hace fruncir el ceño. Pero, como siempre que la tristeza se le acerca, Vicente la espanta. ¿Cómo? Cantando. Así, en medio del garaje, enchufa un aparato plateado y pone un disco ¡propio! Luego, canta mientras suena el cedé. Y se oye: «Ay, Colón, naciste en Portosanto y fuiste descubridor». Sí. Porque él compuso catorce canciones, muchas de ellas sobre la morriña que sentía en el mar, sobre Combarro y sus gentes o también sobre el chapapote, y luego les puso voz en un disco. Primero, editó 500 cedés y se los sacaron de las manos. Luego, amplió y repitió la grabación. Y ahora mismo tiene material a la venta.

Encima, la producción sigue. Lola y él, porque lo de componer es cosa de ambos, ya tienen género para otros cuatro temas. Se sientan juntos y les nacen las letras en la boca. Así, en amor y compañía, fue como en el 2010 hicieron sonar el disco de AC/DC y, libreta en mano, fueron apuntando los sonidos que les parecía oír... De ahí salió el «ei güendy gel» que le hizo famoso y le llevó a Luar. «Nós non sabemos inglés, pero iamos escoitando e sacabamos a letra», explica Lola.

Antes de hacer tal cosa, ellos ya tenían un rodaje largo cantando. Son más que Pimpinela en el karaoke. «Para nós os sábados son sagrados, churrasquiño e karaoke, iso encántanos», señala Vicente. A pie de micro, entonan juntos el Resistiré. Esa palabra, quizá les resuma bien. Aguantaron viéndose solo veinte días cada ocho meses siendo él marinero. Aguantan ahora que son abuelos viéndose 24 horas. Y lo hacen felices, acordándose del «mi bella flor» que él le compuso inspirándose en su noviazgo, cuando cantaba al salir del mar para que ella escuchase desde la ventana. A ellos, desde luego, nunca les quitarán lo cantado.