Catorce años de fracasos en Granxa do Vao

PONTEVEDRA CIUDAD

ramón leiro

Casi tres lustros de demora acumula la ampliación de un polígono comercial largamente esperado, toda vez que se prevé que genere cuantiosas inversiones y puestos de trabajo

17 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El «vuelva usted mañana» acuñado por Mariano José de Larra en uno de sus inolvidables artículos como retrato crítico de la perezosa burocracia española, sigue estando tan vigente dos siglos más tarde. Solo en un país en el que soportamos hasta cuatro administraciones paralelas puede ocurrir que la maraña de organismos que intervienen en la tramitación de los papeleos, atasque indefinidamente proyectos de inversión económica. Y así durante años, lustros, décadas... A pesar de la manifiesta necesidad de puestos de trabajo y generación de riqueza por las que clama nuestra sociedad actual. Es obligado recordar en este punto que la ciudad de Pontevedra aún soporta una importante tasa de desempleo sobre población activa, pues según la última EPA difundida, 18 de cada 100 pontevedreses en condición de trabajar se hallan en el paro.

Hemos llegado a tal nivel de disparate que el Concello acaba de anunciar casi como un éxito lo que, sin duda, es la expresión de un fracaso mayúsculo, tanto de la Administración municipal como de las restantes implicadas. Es decir, la inminente aprobación del trámite urbanístico que permitirá la esperadísima ampliación del parque comercial de Granxa do Vao, por el que llevan aguardando ¡catorce años! tanto sus promotores como las firmas multinacionales interesadas en asentarse allí.

Ocurre que el pleno de la corporación municipal que se celebrará mañana contempla aprobar la modificación del vigente Plan General de Urbanismo -por cierto un cadáver de 1987- a fin de amparar la ampliación del parque empresarial.

La firma inmobiliaria Ponteno, vinculada a los hermanos Nogueira, inició en el 2002 la tramitación de una segunda fase del emprendimiento, tras el resultado obtenido con una primera desarrollada en 1996 mediante la que se asentaron Bricoking, Moncosa, MRW y otras firmas a orillas de la carretera comarcal PO-531 que comunica la capital con Vilagarcía.

«La ampliación -sostenían los promotores de la iniciativa hace 14 años- es una propuesta más ambiciosa que generará prosperidad para la ciudad». Acababan de presentar el proyecto en el Ayuntamiento a la concejala de Promoción Económica, Tere Casal, quien, a su vez, anunciaba que Pontevedra iba a recibir la inversión de millones de euros que generarían numerosos puestos de trabajo.

Evidentemente, catorce años después habrá que aguardar para comprobar cuántas de las firmas inicialmente interesadas (incluso con precontratos suscritos) confirman que se asentarán en este suelo comercial. Parece que la inversión de marcas como la deportiva Decathlon o la textil Kiabi está garantizada, pues mantienen intacto el interés de establecerse en esta área. Queda por despejar qué harán otras como por ejemplo Mc’Donalds, Lidl o MediaMarkt que ya acometieron asentamientos en otros puntos de la ciudad o de la provincia.

La responsabilidad del atasco burocrático es compartida, como ocurre con cualquier pleito en el que intervienen dos o más. Básicamente, Concello de Pontevedra y Xunta de Galicia llevan todos estos años implicados en el intercambio de acusaciones de culpabilidad sin olvidar que un tercero, el Gobierno central a través de algunos de sus organismos como la Dirección General de Costas, también ha metido baza en las sucesivas modificaciones del proyecto inicial.

Maraña legislativa

La tramitación ha estado atrapada por una maraña de modificaciones legislativas con sucesivas normativas, sobre todo, de rango autonómico que han ido promulgándose en estos casi tres lustros. Véase: Plan de Ordenación del Litoral; nueva Lei do Solo de Galicia y otras directivas concomitantes?

Ahora se anuncia que entramos en la última y definitiva fase. ¡Ojala así sea!

Más apoyo que nunca para Javi Gómez Noya

La inoportuna fractura de un codo que aconteció el miércoles en Lugo, al término de un entrenamiento, va a impedir que Javier Gómez Noya, uno de los mejores deportistas españoles de todos los tiempos, pueda completar el círculo de éxitos con una probable medalla de oro que perseguía en los Juegos de Río.

La contenida reacción de este excepcional atleta refleja la enorme calidad humana que secunda sus dotes deportivas. El comunicado que transmitió por redes sociales es un dechado de humildad y sentido común que a veces tanto se añora entre deportistas de élite. En un trance tan duro, nuestro querido convecino intentaba restar dramatismo. Pese a que trunca su aspiración principal y motivo central de toda la preparación que seguía desde hace meses hasta zambullirse en la playa de Copacabana el próximo 20 de agosto. Con 33 años y tras una extensa carrera deportiva, Javi debe estar asumiendo que acaba de pasar el último tren para obtener un oro olímpico en triatlón, aunque haya dejado entrever -más que nada por orgullo- que a lo mejor se presenta en los Juegos de 2020.

Más que en ningún otro momento de su trayectoria, Javier necesita notar el respaldo de Galicia. Ciertamente ha indicado a través de las redes sociales que está abrumado por las numerosas muestras de afecto y apoyo que recibe de numerosos ciudadanos, seguidores y aficionados. Pues bien, también será el momento de que todos esos cargos públicos y políticos que enloquecían por fotografiarse a su lado en los éxitos, sepan ampararle para asumir semejante palo.