Ante el reto de darle aire al desplazamiento cotidiano a pedales

Lars Christian Casares Berg
ch. casares PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

capotillo

Las vías específicas para ciclistas han ido creándose con dificultades para conectarse entre sí y permitir rutas largas

21 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La proliferación de carriles bici en la ciudad de Pontevedra ha ido ligada a la construcción de infraestructuras como elemento de mejora de estas. Pero precisamente su construcción así ha hecho que carezcan de continuidad o conexión entre ellos. Pontevedra ha apostado por no hacer del centro un circuito específico de bicicletas, sino que estas convivan con el peatón, y puedan utilizar indistintamente la calzada o la acera, alejándose de modelos europeos como el de Ámsterdam, en el que la bicicleta se convierte en un auténtico medio de transporte.

Pontevedra dispone de algunos itinerarios largos y que hacen que el carril bici se asemeje a una alternativa de transporte para trayectos que, por su distancia, ya no son tan atractivos para hacer a pie. Así ocurre desde Monte Porreiro hacia la ciudad o incluso desde la parroquia de Lérez, que cuenta con otro tramo de carril bici también a golpe de infraestructura nueva: el puente sobre el río Lérez. El itinerario permite, con alguna salvedad, llegar desde allí hasta la glorieta de Malvar, aprovechando todo el paseo del río Lérez, por cuyas márgenes está incluso señalizado, por tramos, el carril bici. No obstante, una vez allí, la única alternativa es dar la vuelta, a la espera de que triunfen medidas como la apuntada por Masa Crítica. El colectivo ciclista aboga por unir Pontevedra con Marín a través de un carril bici seguro a orillas de la ría. Se podrá hacer, como pretende Masa Crítica, eliminando un carril de la autovía, o como sostiene el Ayuntamiento, aprovechando la construcción del paseo que proyecta el Ministerio de Fomento para conectar el actual de Pontevedra con la pasarela de Lourizán y de ahí a Marín. Pero hasta entonces, el carril bici acabará abruptamente en Malvar.

Algo similar ocurre con el que se construyó ligado al nudo de O Pino. Un entramado de carriles bici entre las glorietas que conforman el nudo permiten ahora salvarlo en bicicleta sin el peligro que entrañaría pedalear entre los miles de coches que utilizan a diario esta entrada sur de la ciudad. Sin embargo, más allá solo está la carretera N-550, con unas condiciones que no están pensadas para su tránsito en bicicleta. Hacia el interior de la ciudad la única conexión ciclista, al margen de utilizar las aceras o las calzadas de las calles, es la que conforma el paseo del río Gafos, agradable en días soleados como estos, pero no muy aconsejable en invierno, cuando la lluvia lo jalona de charcos y barro.

Apuestas para dar entrada al carril bici en las calles del centro se han ido aparcando. El último ejemplo es la desaparición del tramo construido en su día en la calle Loureiro Crespo, con la peatonalización del tramo del hospital, ahora, y los cambios anteriores, la zona destinada al uso exclusivo de las bicicletas ha desaparecido. No ocurrirá lo mismo con nuevas infraestructuras previstas, como la ronda este, también denominado acceso a Montecelo, donde está previsto dotar a la nueva vía de carril bici, además de aceras.