Objetivo conseguido: los pontevedreses que coleccionan dieces brillaron en selectivo

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

leiro

Alguno de ellos va a reclamar determinadas notas, pero todos tienen ya más cerca el sueño de estudiar las carreras que quieren

19 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La generación que hizo la última selectividad vivió ayer su gran día de nervios. Salieron las notas. Y tocaba enfrentarse a la realidad de las calificaciones. ¿Qué resultados obtuvieron los siete alumnos del Valle-Inclán de Pontevedra que quitaron todo nueves y dieces en bachillerato y acabaron el curso con matrícula de honor? ¿Cómo les fue a las tres estudiantes del instituto de Vilalonga que también coleccionan dieces y se presentan al premio de bachillerato gallego? Puede decirse alto y claro que consiguieron su objetivo. No obtuvieron una retahíla enorme de dieces. Cierto. Pero sí lograron unas notas bien altas -la media más baja es de 12,2 sobre 14-. Y todos, salvo sorpresa, deberían entrar en las carreras con las que sueñan. Eso sí, algunos reclamarán por ciertas calificaciones. Presenciar el momento en el que ponen en común los resultados es casi un experimento sociológico. La nota que saca cada uno se acaba quedando casi en anécdota. Lo mejor es la piña que hacen entre ellos.

A los siete alumnos brillantes del Valle-Inclán, las siete matrículas de honor de segundo de bachillerato, se les hace una pregunta muy sencilla. ¿Cómo os fue en selectivo? Y todos responden: «Bien». Pero enseguida llegan los matices. El primero en ponerlos es Jorge. Él siempre sacó buenas notas. Acabó bachillerato con todo dieces. Y ayer sus resultados de selectivo iban en esa línea -todos nueves y dieces- hasta que llegó Biología. «Cuando vi que me habían puesto un cinco y medio no me lo podía creer. Nunca saqué esa nota. Cuando un examen me sale muy mal saco un seis... Encima fue el que mejor me salió de todos. No lo entiendo», dice con pena.

Lluvia de ánimos

Hizo cálculos, y con esa calificación su media se queda en 12,6. Si la nota de corte del año pasado se mantiene podrá entrar en Medicina sobradamente. De hecho, no le preocupa en exceso esa cuestión. Lo que tiene algo más dolido es el orgullo: «Me fastidia mucho porque no lo entiendo. Salí encantado del examen», insiste. Le llueven los apoyos. Fernanda, Claudia, Alejandra, Kike, Paula y Nuria se vuelcan con él. Y le animan a reclamar. De hecho, entran en un debate sobre si lo oportuno es una reclamación o una doble corrección. Queda claro que esos conceptos no deben explicarse muy bien, porque están hechos un mar de dudas. Las frases de ánimo surten efecto y al final, ellos, que quieren ser médicos -optan por Medicina cuatro de los siete- bromean: «Pobres de los que corrigen si pasan por nuestras consultas», dicen entre risas.

Jorge no es el único que reclamará. Kike y Alejandra tampoco están contentos con todas las calificaciones. Pero, pese a esos pequeños disgustos, sí se muestran satisfechos dado que sus sueños empiezan a tomar forma. Jorge, Fernanda, Claudia y Paula ponen su mirada en la facultad de Medicina. Kike quiere entrar en Ingeniería Aeroespacial. Intentará arañar alguna décima reclamando ciertas notas porque tiene una media de 12,2, que le da para entrar en la carrera en casi toda España, pero no en Valencia, en una de las facultades que más le interesan. Tampoco descarta irse fuera, con Holanda como destino. Alejandra, por su parte, estudiará un doble grado de Químicas en la universidad de Sevilla. Tiene un 13,3 de media sobre 14. Pero va a reclamar igual. Sus compañeros la vacilan. «Tienes nota para entrar tú y para otra persona más», le comentan. Pero ella se defiende: «Sí pero creo que me puntuaron bajo el examen de Química precisamente, y me da rabia. Así que reclamo». «A ver si esto va a ser una señal», añade en tono de broma.

Los siete están en condiciones de celebrar su éxito en selectivo. Aunque Nuria cree que sí o sí tiene que retrasarlo. A ella todavía le queda un examen importante por delante. Lo suyo es la música. Y tiene una prueba importante la semana que viene, así que continúa estudiando.

Sin celebración por ahora

Con Graciela, Sara y Lara, las tres alumnas del instituto de Vilalonga con una media en bachillerato muy próxima al diez, pasa algo distinto. Lara y Sara sí contestan que les fue bien, aunque matizan que reclamarán algunas notas. Pero Graciela señala: «No sé, no vi las notas aún». ¿Cómo es posible que siga sin saber la calificación de la que depende buena parte de su futuro académico? Ella lo explica: «Estoy de viaje en Irlanda y prefiero no saber nada hasta llegar a mi casa». Lara y Sara, por su parte, están contentas. La primera tiene una media de 12,7 y no tendrá problema para entrar en Farmacia. Se plantea ir algo más allá, y hacer un doble grado, estudiar esa especialidad y también Óptica. A Sara, entre selectivo y bachillerato, le queda una media de 12,5. La calificación es más que suficiente para lo que quiere estudiar: hará Derecho y el superior de música a la vez. De momento, según cuentan, no celebraron demasiado los resultados.

«Eu estaba cabreada por algunhas notas, así que nada

», reconoce Lara.

Así estaban ayer ellos, con sus enfados, sus pequeños disgustos o sus alegrías. Solo había una pregunta a la que todos contestaban con un sí. Se les preguntaba si sus padres estaban orgullosos.

Los nervios por las opciones para reclamar por algunos exámenes reinan entre ellos

Varios de los alumnos prevén estudiar Medicina y otros optan por

dobles grados

«Estoy de viaje y no quiero saber las notas aún», dice Graciela, del IES de Vilalonga