La emigración desde la comarca en un lustro equivale al censo de Caldas

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Solo en el 2015 se fueron a vivir al extranjero 868 vecinos del área de Pontevedra

25 mar 2016 . Actualizado a las 08:54 h.

En una de las últimas campañas electorales, en medio de la euforia de un mitin, un político gallego enfatizaba que «a hora de coller as maletas hai moito que pasou» y se jactaba de que ya nunca veríamos la imagen de aquellos barcos terribles que se llevaban tantos hombres como hambre al extranjero. Puede que la emigración ya no sea igual de dramática. Pero el fenómeno sigue existiendo. Lo dicen bien claro los números de la comarca de Pontevedra. En el año 2010, con la crisis ya encima pero sin enseñar todavía su peor cara, se marcharon al extranjero 607 vecinos. A partir de ese ejercicio, se siguió emigrando cada vez a un ritmo más acelerado. Y la tendencia continúa. Los últimos datos oficiales, de enero de este mismo año y que recogen lo ocurrido en el 2015, indican que en el último ejercicio se marcharon 868 personas. En un lustro la emigración se llevó de aquí a nada menos que 9.593 vecinos, una población equivalente a la de un concello como Caldas.

Los datos oficiales no permiten saber qué franja de edad es la más afectada por la emigración actual. Pero es fácil averiguarlo. Basta con hablar con personas que acabaron recientemente la carrera y preguntarles por sus colegas de pupitre. Les faltan dedos de las manos para contar los que están buscándose la vida en el extranjero, ora trabajando en lo suyo ora haciendo pinitos en hostelería o similares. Los jóvenes, por tanto, son los que se van y lo hacen por motivos muy distintos. Lo constatan decenas de testimonios. Uno de ellos lo aportaba anteayer mismo una madre pontevedresa que disfrutaba con su hija, de 18 años, en una playa de Marín: «Estamos pasando estos días juntas porque ella está estudiando Medicina en Bulgaria y pasa aquí muy pocos días. Se fue porque aquí piden muchísima nota para entrar y allí pudo estudiar lo que le gustaba. Además creemos que estudiando fuera y con las clases en inglés igual tiene mejores oportunidades laborales cuando acabe».

Alcanza al 20 %

El de esta familia es un ejemplo más de la tendencia existente. De hecho, en la comarca de Pontevedra hay 41.133 vecinos que residen en el extranjero, lo que significa que el 20 % de la población total está fuera. El porcentaje es mayor que en otras comarcas vecinas como la de O Salnés, donde solamente residen en el extranjero el 14 % de los ciudadanos.

Las diferencias entre los concellos son importantes. El caso más llamativo, como es tradición, es el de A Lama. No en vano, de un total de 2.670 vecinos nada menos que 2.257 viven en el extranjero. Es decir, según los datos oficiales -del Instituto Nacional de Estadística- solamente quedan 413 vecinos que tienen su residencia fijada en el municipio. En cambio, en otros municipios, la emigración es más suave. En Pontevedra, el volumen de personas que se marcharon al extranjero representa el 19,2 %, ligeramente por debajo de la media de la comarca. Aún así, hay que hablar de sangría hacia el exterior.

«En España estaría más cómodo, pero en el paro»

Son las ocho de la mañana de un día laborable en España, plena madrugada en Brasil, y Enrique Rey, Kike, un joven de Pontevedra que vive en Río de Janeiro, contesta a un mensaje de forma inmediata. No está de fiesta, sino a punto de terminar su turno de trabajo. Es controlador de contenidos en una televisión deportiva. Y es también uno de los pontevedreses que se marchó al extranjero. Lo hizo hace año y medio y hay dos palabras clave para explicar su marcha: amor y trabajo.

Enrique, en plena etapa universitaria -estudió Comunicación Audiovisual en Pontevedra- conoció a Bruna, que había venido de Erasmus a España. Se enamoraron y él cruzó el charco. Lo hizo primero para un intercambio estudiantil y, tras acabar la carrera, para trabajar y estar junto a ella. «Además de que queríamos estar juntos también pretendíamos aprovechar la buena situación que vivía entonces Brasil y así encontrar trabajo».

Sin embargo, tampoco se encontraron la maravilla que esperaban. Enrique dice que en el país «las cosas empeoraron muy rápido». Y que cada día observa contrastes que dan pavor: «Cuando vuelvo a casa después del trabajo paso por Botafogo, uno de los mejores barrios de Río, con club de yates, vistas y paseo por la playa. En cinco minutos paso un túnel y ya estoy en una favela gigante». Él trabaja y ella oposita. Dice que «todavía no recortaron los puestos estatales».

Enrique echa de menos Pontevedra. Pero de momento no se plantea volver. «En España estaría más cómodo, claro que sí... Pero en el paro», dice mientras su turno en la tele llega a su fin.