¿Y con quién se quedan los niños estos días?

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

María Hermida

Padres pontevedreses y arousanos cuentan cómo se las apañan en estos días laborales en los que no hay colegio

22 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta semana, salvo en aquellos hogares en los que los padres disponen de ocho días consecutivos de vacaciones, conjugar el verbo conciliar es difícil. Imposible, que incluso dirían algunos progenitores. Los pequeños no volverán a las aulas hasta el martes que viene y solo hace falta poner un pie en la calle para darse cuenta de que, tanto en Pontevedra como en Arousa, se cuentan por decenas los padres que hacen mil y una filigranas para dejar a sus niños a buen recaudo.

A las once de la mañana, si uno pisaba la Alameda de Pontevedra llegaba a una conclusión rápida: esta semana debería considerarse la semana grande de los abuelos. Casi todos los pequeños que aprovechaban el sol para jugar al aire libre estaban a su cuidado. Es el caso de Iyana, de cinco años y que debe su nombre a una princesa asturiana, que había ido al parque junto con su abuelo José Carlos. Él es pontevedrés, pero su nieta no. La pequeña vive en la cuenca minera de Asturias, en Mieres, y sus padres la trajeron ayer hasta la ciudad del Lérez solamente para que quedase al cuidado de los abuelos mientras ellos trabajan. «Ambos están en el sector turístico, la madre ahora mismo va a Alemania a trabajar así que la abuela y yo nos encargamos de cuidarla estos días. Y estamos encantados».

José Carlos, ayer, no se limitó a llevarla al parque. Contaba él que antes habían ido a la biblioteca y que estos días harán actividades de todo tipo para que Iyana no tenga un solo minuto de aburrimiento. Enma, también de Pontevedra, hará lo mismo. Ella es otra abuela de las que ayer ejercía de cuidadora. Nada más empezar a hablar, deja claro que no le importa asumir ese rol: «Quiero que mis hijas abusen de mí todo lo que quieran», confesaba. Tiene diez nietos. Y anteayer mismo se quedó a dormir en su casa uno de ellos, con el que aprovechó para ver el partido de fútbol del Real Madrid. «Hago de todo para que estén contentos», dice.

«Menos mal que soy mi jefa»

Ayer había también otro ejército de padres e hijos que sí pasarán la semana juntos... pero a pie de obra. Son progenitores que se llevan a sus hijos al trabajo como opción para conciliar. Manuela, Noli, y su pequeño Miguel, de seis años, son de esos. Ella hace arreglos de costura en un local de las galerías de La Oliva y ayer Miguel la acompañaba. El crío se entretenía ayer a golpe de tecnología, con tableta electrónica y videoconsola, y ella le daba a la máquina de coser. En lugar de quejarse por los días laborables sin colegio, daba las gracias: «Menos mal que soy mi propia jefa y me lo puedo traer». Miguel va a veces a la ludoteca, sobre todo por las tardes, pero su madre reconoce que supone un desembolso económico importante. En Vilagarcía, en la zapatería D´Pe, Martina también jugaba a su tableta. Su madre, Pili, lo explicaba: «Me la tengo que traer, y menos mal que puedo hacerlo porque es mi tienda, indicaba.

Pero veamos también la otra cara de la moneda; profesores que también son padres y que estos días disfrutan de lo lindo de sus hijos. Ayer solo había una palabra para definir cómo se encontraban: encantados. Lo contaba Fernando Aguín, de Portonovo. En su caso, la alegría es doble. Él da clases en Cambados y su mujer en Meaño. No pueden comer habitualmente con sus hijos así que estos días «comemos, paseamos e pasámolo xenial cos nosos tres fillos». Igual de contenta estaba María Jesús Domínguez, una maestra pontevedresa. Paseaba por la Alameda con sus tres niños. Y confesaba abiertamente lo que pensaba de su situación: «¡Soy una privilegiada!», decía.

Más allá de abuelos y padres existe la opción de las ludotecas, casi siempre privadas. ¿Hay locales en la zona que permiten conciliar? Sí. En Pontevedra, confirmaban un amplio horario y plazas desde A Casa de Teo y en Vilagarcía lo hacía La Ludo de Lore. Claro que, dejar a los niños en ellas, obviamente, implica pagar.