Aldeas con nombres difíciles de olvidar

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Mullerboa, O Eido do Macho o Paraíso son algunos de los topónimos más simpáticos de Pontevedra y Arousa

12 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Póngase en situación. Usted viaja y va a cualquier lugar donde tiene que dar sus datos, pongamos por ejemplo un hotel. En el momento de decir de dónde viene usted afirma: «Soy de Mullerboa», o «vengo de O Eido do Macho» o «mi pueblo es Cabeza de Boi». ¿Qué cara cree que pondrá su interlocutor? Seguramente, le hará esbozar una sonrisa y tardará tiempo en olvidarse de su aldea. Hay que reconocer que esos topónimos, que se encuentran en distintos municipios de las comarcas de Arousa y Pontevedra, son deliciosamente simpáticos.

Empecemos por buscar sitios donde todo el mundo querría vivir. ¿A quién no le gustaría estar permanentemente en el paraíso? Pues está bastante fácil. Basta con dejarse llevar hasta Portas y allí, en la parroquia de Santa María de Portas, uno encuentra Paraíso. La suerte que tienen sus habitantes solo es comparable a la de unos vecinos de Meis, que en esta tierra anfibia donde lo normal es ver llover tres días y escampar uno, su lugar quizás está ajeno a tanta inclemencia meteorológica y por eso se llama Granxa do Sol. Está ubicado en la parroquia de Paradela.

Si alguien va hasta Meis buscando topónimos curiosos no debería marcharse sin recorrer algún otro lugar. Merece la pena Cabeza de Boi o incluso Casillaflor, que no evidencia mucho lo que significa pero suena más que lindo. Cuando se canse, si quiere quejarse, nada mejor que ir hasta Ai, que está la parroquia de San Lourenzo de Nogueira.

No todos los topónimos son así de amables. Muy al contrario, muchos de los nombres de aldea curiosos es fácil imaginar que sirvieron para mofarse de alguien. De ahí A Porta da Coxa y O Teso, que se ubican en Pontevedra. Este municipio, a lo largo y ancho de sus 15 parroquias rurales, está preñado de aldeas con santo y seña curioso. A Piolla es uno de ellos. Y también está un Matalobos como el de la conocida serie televisiva.

Pueblos a los que ir con tiento

Sin salir de Pontevedra, incluso hay una aldea a la que quizás sea mejor ir con dinero, que para algo se llama Cara. En otros lugares, si uno se fija exclusivamente en el nombre -sin rebuscar en qué puede o no significar- será mejor ir con tiento. Ocurre así en Ribadumia donde, en la parroquia de Lois, está Trastada. Y, por si fuese poco, sin salir del término municipal hay también un Rabuñade. Así que ojo.

Las alusiones al mundo animal dan más alegrías a la nómina de topónimos estupendos. En Meaño tienen Ratón; en Poio cuentan con Serpe y en O Grove hay uno curioso que incluye apellido y todo: se llama Balea Marítima. Luego está el asunto de los decesos. El Gatomorto de Pontevedra, que incluso se divide en Gatomorto de Arriba, del Medio y de Abaixo. Y A Ramorta de Bueu, igual de difunta.

En otros casos, es cuestión de sonoridad. Aunque todo es subjetivo, hay lugares que cuando se pronuncia su nombre parece que la música suena. Hasta casi se oyen violines. Pueden ser Trobisquido y Viliquín en Meaño o Guldrigáns en Cuntis. Y con otros ocurre todo lo contrario. Al decir su nombre en voz alta, y siempre sin indagar en la procedencia del topónimo, no suenan demasiado bien. Por ejemplo, O Cagaxol en Pontecesures. Claro que luego, si uno va hasta allí, podría pensar que, en realidad, lo podrían haber bautizado como A Pasada, igual que se llama un lugar de Moraña, porque O Cagaxol, por muy raro que suene, también se pasa de bonito.

En algunas ocasiones, el nombre anima a conocer el lugar porque quizás alguien invite a algo en él, como en As Veigas de Almorzar. Y a otros apetece ir para ver si realmente asustan, como O Portamedos en A Lama. La lista de topónimos curiosos es amplia. Se podría escribir de muchos lugares. Alguna aldea, mejor ni mentarla, que seguro que ya está todo contado sobre ella. No en vano, en la parroquia de Samieira, en Poio, está Publicada.

En Gatomorto está vivo el debate sobre el nombre del lugar

A Gatomorto, una aldea del rural pontevedrés donde ayer a media mañana había más personal en la leira que en casa, se entra por distintas pistas. Pero no en todas hay un cartel bien visible que le indica a uno que está en un lugar de tan curioso nombre. Ayer, al mediodía, al llegar a un cruce donde sí hay dos letreros bien grandes que rezan Gatomorto de Abaixo uno se encontraba a Josefa, que iba a pie hacia casa. Recibía ella con sonrisa al forastero; sonrisa que tornaba en carcajada al preguntarle si sabía por qué Gatomorto se llama como se llama: «E eu que sei, miña filla. Se algo é certo é que aquí sempre morren moitos gatos atropelados, vai ti ver se iso ten algo que ver. Iso unicamente o saberán os máis vellos do lugar, digo eu», enfatizaba la mujer.

Por la misma pista, aparece otro hombre. Este es más joven. Y tiene la excusa perfecta para no saber nada del topónimo. «Eu casei para aquí, pero son de outro lado», advierte. Luego, anima a ir hasta Casa Rivas, «que seguro que aí saben algo». En el bar hay clientela. Se pregunte a quien se pregunte, nadie oyó leyendas del topónimo. La patrona, todo amabilidad, dice: «Non son de aquí pero estou tan acostumada ao nome que xa non me resulta raro. Si que é certo que algunha xente che pregunta por el».

Cogiendo hacia Gatomorto de Abaixo -hay de Arriba, do Medio e de Abaixo, según explican los vecinos, aunque en la guía oficial de la Xunta únicamente figura un lugar, Gatomorto a secas-, ayer pasaba un buen rato hasta que, al fin, alguien aparecía por el lugar. Era Isolina, carretilla en mano. No hay como preguntarle a ella por el nombre del pueblo: «Non sei de onde vén, pero eu sempre digo con franqueza e moito orgullo que son de Gatomorto», señala. Habla ella y aparece en escena José. Y replica: «A min non me gusta nada o nome. Estiven en Estados Unidos traballando e cando mandaba unha carta ninguén entendía que era iso de Gatomorto», decía él. Pasaba un rato y seguían debatiendo. Cada uno en sus trece. Pero amigos igual, por supuesto.