Entrenador de porteros y conductores

Lars Christian Casares Berg
ch. casares PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Moncho Martínez, ayer, junto al vehículo de la autoescuela en la que imparte clases a los futuros conductores.
Moncho Martínez, ayer, junto al vehículo de la autoescuela en la que imparte clases a los futuros conductores. capotillo< / span>

Al volante o bajo los palos, Moncho Martínez tiene una vida dedicada a minimizar riesgos

08 mar 2016 . Actualizado a las 08:31 h.

Los dos porteros del Pontevedra CF ya tienen carné de conducir. Pero si no fuese así, quien les despierta sus reflejos de gato dentro del área pequeña del estadio de Pasarón podría también lograr que no se les pasara ni la primera señal, ni se les colara un stop, ni pasasen por alto ni un detalle de la carretara desde su puesto de conductor. Porque cuando uno es portero, igual que cuando uno está al volante, está solo. Y Moncho Martínez, ahora profesor de autoescuela y entrenador de cancerberos del Pontevedra CF, pero mucho antes también portero profesional guardando los palos granates y después por buena parte de la geografía española los de otros equipos, sabe bien cómo funciona la soledad. La del portero y la del conductor.

Todo el mudo confía en ellos. O debería. «La única posición específica en el fútbol es la del portero», explica Moncho Martínez, hoy dedicado en cuerpo y alma a inculcar eso a Edu y Vicent, los guardametas del Pontevedra CF. Solo, el portero tiene que hacer valer su especificidad. Controla la situación. Tiene, a través de sus manos, el poder. La última palabra. ¿Y sus otros pupilos? Los que ponen sus manos al volante para sacar adelante, no una portería a cero, sino un carné de conducir. «Es distinto, pero sí que les tienes que inculcar que es algo para toda la vida».

Puede que cuando, con 18 años, logró dedicarse al fútbol profesional de una forma totalmente «apasionada», un espíritu que le llevó también a ser titular en el Pontevedra, pero además a vestir camisetas a cientos de kilómetros de casa, no pensase en que, además de conducir el destino de los guardametas de su equipo, el Pontevedra, también lo iba a hacer con el de la empresa familiar, la autoescuela en la que trabaja.

«Intento diferenciar ambas facetas e ir alternándolas», dice. De momento no le ha tocado regir los destinos al volante de ninguno de los miembros del primer equipo. Lleva en el Pontevedra apenas desde el verano pasado, pero, echando la vista atrás, sí que puede recordar haber formado como conductores a chicos de las categorías inferiores del Pontevedra. «En el fútbol intento corregir la parte técnica. Son jugadores profesionales. Tienen una buena base. Solo hay que sacarle el mejor rendimiento posible a los porteros», explica.

Al volante hay otros condicionantes. Teoría, teoría, teoría. Es a lo que se dedica en la formación de conductores. De la práctica se encargan otros. «Es un código, algo muy rígido», dice. Los porteros, lejos del foco, hasta que fallan, tampoco pueden permitirse una mala respuesta. Como para el que conduce bien, pero, en un momento dado hace una mala maniobra y echa por tierra todo, un despiste es crucial.

Control, visión de conjunto, responsabilidad. Al volante, bajo los palos, las semanas de Moncho se van sucediendo así. «Solo trato de sacar lo mejor de ellos», dice. Prefiere diferenciar entre sus dos facetas profesionales, pero hay mucho en común entre ellas. Puede que no lo planificase así cuando se puso bajo los palos de forma seria con 18 años, pero la vida tiene sus propios códigos. El suyo es formar. Ya sean conductores o porteros.

Fue guardameta del Pontevedr CF y ahora prepara a los dos porteros del equipo, tarea que compagina con su faceta de profesor de autoescuela

«En el fútbol intento corregir la parte técnica, son jugadores profesionales», dice. No le ha tocado formar conductores en la primera plantilla, de momento, pero sí de las categorías inferiores