Presidente «non grato»

LA SEMANA DE EUGENIO GIRáLDEZ

PONTEVEDRA CIUDAD

La declaración del Ayuntamiento de Pontevedra sobre Mariano Rajoy carece de valor jurídico pero tiene una gran carga simbólica en el actual momento político español

21 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Mariano Rajoy no es profeta en su tierra. En su dilatada trayectoria política, su relación con Pontevedra no ha sido precisamente fluida ni pródiga en guiños y agradecimientos. A lo largo de los 35 años que lleva subido a un coche oficial, complicidades de Rajoy para con Pontevedra, pocas; muy pocas. Pero con diferencia ha sido en esta última etapa, desde que es presidente del Gobierno, cuando ha cosechado las peores críticas.

El colmo de los colmos es que vaya a ser declarado persona non grata en esta su ciudad por acuerdo mayoritario de la corporación local que se adoptará mañana. Y la toma del acuerdo no va a quedar en un titular de Local o Galicia, pues el clima de expectación periodística es de semejante magnitud que ha obligado al Ayuntamiento a adoptar medidas especiales para organizar la cobertura del pleno municipal por el despliegue mediático que se viene.

En la historia española reciente no hay antecedente de tal censura a un presidente del gobierno por sus paisanos. Tampoco existe referencia en los anales del Ayuntamiento de una declaración similar contra algún particular.

La reprobación al presidente Rajoy se plantea por PSOE y Marea, que unirán sus votos con BNG, en respuesta a la decisión de otorgar a la empresa Ence 60 años de prórroga en su asentamiento de Lourizán.

Hay quienes han querido derivar la oportunidad o no de semejante declaración hacia el valor electoral de cada quien. Los votos de los 17 concejales que suman los tres grupos políticos harán prosperar la reprobación pública. No se puede despreciar que los tres grupos reunieron los votos de cerca de 25.000 pontevedreses en los recientes comicios municipales. Bastantes más que los 16.266 pontevedreses que eligieron la papeleta del PP en las elecciones generales de diciembre.

Es cierto que la declaración como persona non grata no tendrá efecto real alguno sobre Rajoy. Carece de valor jurídico, pero sí tiene una gran carga simbólica. La iniciativa busca «avergonzarle cuando venga a Pontevedra», precisaba el portavoz socialista, Tino Fernández. Un rubor que a buen seguro también perseguirá a Rajoy cuando el titular del lunes se multiplique en la prensa de Madrid y de diversas capitales europeas suscitando una pregunta: ¿como aspira a seguir presidiendo un país quien ni siquiera es querido por sus paisanos?

No hay dos justicias

Durante la semana hemos vivido un esperpento con el juicio desarrollado en la Audiencia Provincial: miembros de la comunidad gitana apelando a que la justicia paya castigase con la mayor condena posible al asesino de Lupe Jiménez. Quienes reclamaban advertían de que, en caso contrario, la justicia gitana aplicaría sus propios códigos. Tan preocupante disquisición se puso en escena a partir de una rueda de prensa previa al juicio y se recalcó machaconamente cada día, en el transcurso de una vista oral que por momentos resultó tumultuaria. Como si buscasen un pretexto para un ajusticiamiento, más que aguardar sinceramente por un veredicto de culpabilidad como el que finalmente dictó el jurado popular contra José Luis Cortiñas.

La presión ejercida sobre el juicio se demostró absurda por la contundencia de las pruebas y la propia declaración del reo; pero en cualquier caso resultó intolerable. Esto sí que fue «ataque a la independencia del poder judicial».

Por mucho que la comunidad gitana se empeñe, ni hay ni habrá dos justicias. Solo hay una, bajo cuyo amparo vivimos todos los españoles, seamos payos, gitanos, negros o asiáticos. La misma justicia que acaba de juzgar a Cortiñas es ante la que habrán de responder quienes tirotearon en la VG-20 a unos feriantes; la misma que debería proteger a familias enteras de ser desterradas por un mandato de apariencia tribal que está fuera de todo orden constitucional en un Estado de Derecho.

Lo que una vez más me lleva a preguntarme: ¿dónde están los resultados de las investigaciones prometidas por el Subdelegado del Gobierno? ¿Hará falta una muerte para que se esclarezcan responsabilidades y haya detenciones?

Dos reconocimientos

Del legado de Alejandro de la Sota es, sin duda, el Pabellón Municipal de los Deportes, la referencia más conocida para miles de pontevedreses. El Concello acaba de anunciar que la actual cubierta del recinto será sustituida por otra acorde con el diseño original resolviendo la herida causada hace 30 años con motivo de la anterior remodelación. Una herida que alcanzó al propio autor diez años antes de su fallecimiento.

Otro reconocimiento: a María do Ceo. Me honró nuevamente al proponerme que hiciera de maestro de ceremonia en la presentación de su nuevo libro-cd, celebrada en el sexto edificio del Museo junto a Carlos Valle y Yolanda Vázquez; convocados por Miguel López, con su impagable buen hacer y desinterés que aguardo sea recompensado pronto con el rodaje de la película que ambiciona sobre Castelao. El trabajo de María, fantástico, es una sensacional síntesis de su dualidad galego-portuguesa. Reúne éxitos de su discografía, versiones de temas clásicos y nuevas creaciones, entre las que destaca un tema belísimo dedicado a Carlos Casares. De quien, por cierto, volvió a pedir que se le otorgue, de una vez, la celebración del Día das Letras Galegas.